Opinión

El tercer tiempo

Cuando Redondo llegó a Moncloa impuso criterios y ordenó comportamientos

Bien se nota que el ex gurú Iván Redondo ha cortado las amarras. Hace unos días publicaba un artículo en el periódico donde se escribe – “La Vanguardia” de Barcelona- profetizando que si Isabel Díaz Ayuso se presentara a las elecciones generales arrasaría. El ex todopoderoso ideólogo privado de La Moncloa, defenestrado en aquella noche de los cuchillos largos en la que el último en salir fue Ávalos quien se enteró de su cese un minuto antes de ser expulsado, conoció en sus propias carnes las excelencias electorales de la presidenta de Madrid, y a juzgar por los elogios con los que la regala, el potencial que el experto averigua en Ayuso es tan apabullante que anuncia que ganaría en 42 de las 52 provincias y, sumando los escaños alcanzados por Vox, obtendría unos resultados comparables a los Felipe González en 1982. Juntarían 202 escaños.

Redondo, que es de Bilbao y nadie en su sano juicio es ajeno a lo aguerridos y bien plantados que son los del Bocho, procede de la cantera de Deusto donde se practica como en ningún otro sitio, la vieja máxima de a Dios rogando y con el mazo dando. Licenciado en Ciencias de la Información, comenzó vendiendo lavadoras,  y tanto progresó en su oficio que unos años más tarde hizo alcalde de Badalona a Xavier García Albiol, el mismo al que una moción de censura le acaba de dejar sin el cargo en su vuelta a la presidencia del ayuntamiento catalán. Cuando llegó a Moncloa convertido en asesor áulico del presidente Sánchez dotado de mando en plaza para hacer lo que estimara necesario, impuso criterios, ordenó comportamientos y decretó expresiones y vocabularios. Todo pasaba por sus manos y todo el equipo presidencial estaba obligado a cumplir religiosamente sus mandatos. Hasta que subió tan alto que se olvidó el paracaídas…

Hay quien asegura que sus nuevos pasos profesionales están siendo  expresamente torpedeados desde Moncloa, lo cual entra dentro de lo muy probable. Por consiguiente, sus loas a aquella a la que le debe su despido –Ayuso  descerrajó Madrid y ridiculizó las tácticas electorales de Redondo desde Moncloa- puede que tenga que ver con la pesca que Redondo se plantea en otros caladeros. Lo que pasa es que ahí manda Miguel Ángel Rodríguez.  Y como enemigo no lo encuentro yo más implacable. Menudo combate.

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