Opinión

El verano del Covid

Los veranos han sido siempre etapas francamente incómodas para los periódicos. Recuerdo tardes enteras vagando por una redacción medio vacía a la espera de que sucediera algo destacable que me rescatara de la molicie. Calor, rostros aburridos en sus mesas de trabajo escrutando la pantalla del terminal del ordenador a la búsqueda de una noticia con cierta entidad que allanara la elección y distribución de los temas de primera, sensación de rutina, temas repetidos, obligación ineludible de cerrar la edición sin encontrar un resquicio de alegría...

Desgraciadamente, este verano atípico también lo es para los diarios, cuya tensión se ha rebajado apenas un semitono a la que hemos estado soportando durante la última parte del invierno y una primavera muy dura para todos que a todos nos ha dejado huella. En este verano no hay necesidad de apelar al monstruo del lago Ness como se hacía antiguamente, o a los platillos volantes avistados sobre el cielo de las islas Cíes como recuerdo yo pasaba en mi juventud durante el largo mes de agosto que se desperezaba por la ría de Vigo.  Ayer había pura dinamita en las noticias de portada en las que el final de un largo y trabajado acuerdo entre los países miembros de la Unión Europa coronaba un largo turno de negociaciones capaces de demostrar que hay Europa de dos e incluso hasta de tres velocidades, que los holandeses no nos quieren ni ver desde los tiempos de los tercios de sombrero gacho, airosa pluma y pica clavada en tierra para recibir a la caballería, y que si por ellos fuera, solo nos tendrían en cuenta a la hora de irse de veraneo. Las cifras de este acuerdo que llenan los periódicos impresionan desde luego. Para tratar de recuperar la economía comunitaria  de las garras de la pandemia, se han liberado 750.000 millones de euros que no los llevo yo sueltos en el bolsillo todos los días, de los que a España le corresponden 140.000 aunque los expertos en la materia advierten de que esto no es como si a uno le toca la lotería, y que de la noche a la mañana los tienes ingresados en una cuenta en el banco. Acceder a este dinero implica acuerdos, compromisos ineludibles, fiscalización, cumplimiento de un protocolo extremo, paciencia y tiempo.

Es el verano del coronavirus como muy bien sabemos todos. Y se le aparece con cadenas y sudario al Deportivo, el único equipo del mundo que ha descendido de categoría sin tener que jugar su partido. Un verano cruel y atípico.

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