Opinión

Errores cinematográficos

Hace unos días, mientras dormitaba en un sillón con la tele como música de fondo, se materializó ante mis ojos somnolientos una de esas películas españolas rodadas al viento de la Transición en las que las actrices tenían que comparecer en cámara casi obligadamente en pelota. La cinta, protagonizada por el elenco titular en las comedias del tiempo y dirigida por quien las dirigía casi todas, estaba curiosamente localizada en una época anterior, concretamente en el último tercio del siglo XIX, y en el guión –escrito también por los habituales como ocurría con la música, la fotografía, e incluso el catering- se ofrecían unas pinceladas del momento político para que los espectadores, además de mucha piel al desnudo y mucho chiste fácil, disfrutaran de alguna lección de historia decimonónica que nunca viene mal. El problema es que el guionista era incluso más ignorante en la materia que los propios y ardorosos espectadores. Un personaje bajaba de una diligencia y decía a quien le estaba esperando: “pues no vea usted la que se ha formado en la capital. Un tal Martínez Campos se ha sublevado en Sagunto y ha nombrado rey a Alfonso XIII”. El guionista había confundido al hijo con su padre, porque el general Martínez Campos en favor de quien se sublevó en el naranjal de Sagunto fue de Alfonso XII, el joven príncipe en cuyas sienes poco tiempo antes, su madre Isabel II había depositado la corona, abdicando a regañadientes por mandato de Cánovas del Castillo y en presencia del duque de Sesto que se había ido a París a vigilar la pureza y validez de la ceremonia. Si el guionista de aquella película pródiga en vampiros, señoras en cueros y jorobados había confundido un rey con otro y los filtros que hubiera para dar por bueno el guión habían tragado, calculo yo qué no haría el público, literalmente subyugado por las belleza femeninas que corrían de un lado para el otro por el plató perseguidas por un sujeto con levita con ademanes de sátiro incorporado por Andrés Pajares. Si el personaje hubiera dicho que Martínez Campos había entronizado a Alfonso II el Casto hubiera funcionado igual, aunque confundir a un casto con dos monarcas más cercanos en el tiempo que, sin embargo y al contrario del monarca asturiano, se pasearon de cama en cama, hubiera sido un error aún más reprochable.

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