Opinión

Galas de cine

Atrás ha quedado la gala de los premios Goya en el año en el que el cine español ha alcanzado unos espléndidos rendimientos. Dani Rovira, el actor malagueño que ha pasado de ganarse la vida a salto de mata representando monólogos ocurrente de bareto en bareto a convertirse en artista revelación del año, condujo un espectáculo correcto pero poco capaz de introducir mejores sustanciales en su desarrollo a pesar de las muchas ediciones ya consumidas. No hay muchas sorpresas en esta gala de casi cuatro horas salvo los dardos que se le puedan dirigir al ministro Wert desde el proscenio y que el responsable del departamento de Cultura del Gobierno, convenientemente cubierto de un impermeable de plástico, escucha con gesto impasible como quien oye llover, aunque el dicente sea un Pedro Almodóvar que se pone insufrible cuando le toca presentar cualquier cosa.

Pero si la gala y a pesar del buen hacer de Rovira fue como la de todos los años, lo que no fue como todos los años fue el balance de lo conseguido por el cine español que, como todo lo que nos ocurre en este país, pasó de lo peor a lo mejor sin apenas contener la respiración. El año anterior había sido el más catastrófico desde que se hace balance y sin embargo el siguiente ha sido el más brillante. 

Si yo fuera el presidente de la Academia no dudaría en ponerme a reflexionar seriamente sobre los motivos que han conseguido este espectacular vuelco, pero yo personalmente lo atribuyo a la ausencia de películas sobre la guerra civil, un tema sobre el que se produjo una verdadera inundación en años anteriores y que acabó hastiando al espectador. Por primera vez en mucho tiempo, las películas españolas no son artificialmente dramáticas, doctrinarias y recurrentes, de modo que la gente va al cine a entretenerse, a verse reflejado en su vida real, a disfrutar y a saborear unas historias que no le torturan ni le acusan de nada. Simplemente van al cine aunque sea un espectáculo caro. Pero si vale la pena, el dinero gastado en taquilla no duele o duele menos. Apostamos por el cine español. Pero los que hacen cine deben responder con la misma moneda. Y el Gobierno, que baje el IVA.

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