Opinión

La historia y sus escritos

El llamado “Abrazo de Vergara” que puso fin a la I Guerra Carlista, fue en realidad la representación hacia el exterior de un largo proceso que culminó en la rendición de los ejércitos que defendían la legitimidad de don Carlos. Los generales Rafael Maroto y Baldomero Espartero se convirtieron en figurantes de una ceremonia montada en Oñate, como una representación teatral que otorgó cuerpo e imagen a un hecho por lo demás histórico. La superchería contaba incluso con una tramoya cómplice en la que el representante del pretendiente no era vasco sino de un pueblo de Murcia, y Espartero se llamaba en realidad Joaquín Fernández pero como le parecía muy vulgar, fue encadenando y juntando apellidos hasta que consiguió aparentar más enérgico, castrense y sonoro.

La mayor parte de los grandes colofones militares históricos obedecen a puestas en escena de marcado carácter épico que proyectan a la opinión pública situaciones ya resueltas y, a menudo, fruto de largas y complejas negociaciones. Tal es el caso de la ceremonia de rendición de los ejércitos confederados representada en el juzgado de Appomattox en Virginia que supuestamente puso fin a la Guerra de Secesión. Robert Lee llegó solo al lugar de la cita y firmó la documentación que le puso delante el estado mayor de Ulysses Grant si bien, una parte de las tropas del Sur siguió guerreando y, especialmente la Marina, no se rindió hasta que el último de sus barcos fue hundido por un navío federal frente a la costa de Francia.

Algo parecido ha ocurrido con el sainete organizado por la Moncloa y en el que se ha representado la rendición de ETA mediante la celebración de una ceremonia presidida por Pedro Sánchez en la que se han destruido sus armas. Como el presidente ha exhibido en buena parte de situaciones anteriores y atendiendo a su bien conocido ramalazo megalómano, el espectáculo –que no es otra cosa que la culminación de un largo proceso en el que han intervenido cientos de personas y que ha durado años- no ha tenido otro protagonista que él y para él y por él ha sido organizado. Un acto de exaltación personal que no ha contado con el resto de los presidentes del Gobierno que han obligado a ETA a rendirse y entregar las armas. Pedro Sánchez, que es un recién llegado, que se ha encontrado el asunto concluido, y que apenas ha tenido participación en la causa, se ha erigido en actor único. En resumen, así se escribe la Historia.

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