Opinión

Los incongruentes generacionales

Existe un cierto afán en la sociedad española por rebajar los méritos del vecino sea el vecino de donde sea y tenga la presencia social que tenga. Recuerdo que hace años, cuando ser antiamericano era una postura que daba mucho prestigio, se generalizó el concepto de que el recién elegido presidente de los Estados Unidos era un sujeto inculto y majadero llamado Jimmy Carter que solo se dedicaba a la cría de cacahuetes hasta el punto de que muchos sectores de opinión e incluso periódicos le llamaban sin más “el cacahuetero”. En realidad, Jimmy Carter –que ha cumplido 94 años y ha seguido desarrollando una espléndida tarea de mediador, embajador volante y experto en política exterior para sucesivos gobiernos de su país- es un científico de primer nivel, ingeniero nuclear, oficial de rango superior de la Marina, experto en submarinos de última generación, diplomático, doctor en alta Tecnología y premio Nobel de la Paz, es decir, un currículum impresionante. Solo tras el fallecimiento de su padre hubo de abandonar su carrera científica para colocarse a la cabeza del negocio familiar que consistía en la explotación de una vasta plantación sureña de cacahuete con resultados excelentes.

Acabo de leer una entrevista con Félix Tezanos en la que se advierte esa desagradable tendencia. Preguntado sobre la calidad de los asesores políticos del PP, Tezanos afirma que son buenísimos. “Conseguir –responde el actual presidente del CIS- que un inspector fiscal de gesto adusto y un registrador de la propiedad que sólo lee el Marca sean presidentes tiene su mérito”. Se refiere naturalmente a Aznar y Rajoy a los que trata con ese desdén tan contradictorio y tan nuestro que es capaz de aplicar la degradación partidista como método. En los años en los que Felipe González era presidente, sus detractores esgrimían un argumento descalificador típico. Para ellos era un picapleitos de segunda división sin más méritos que algún asuntillo en Magistratura y sin más ámbito de actividad que su barrio de Sevilla.

Aquellos sujetos que acudían en su momento a manifestaciones antiamericanas, llegaban a la protesta con sus hijos vistiendo sudaderas de Los Ángeles Lakers, la Coca Cola o Mickey Mouse, y gritaban fuera yanquis tocados con una gorra de beisbol. Pura incongruencia… Y seguimos en lo mismo.

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