Opinión

El ingeniero de las gafas

Hace muchos años, coincidiendo con el Mundial de España en 1982, coincidí en Balaídos con un ingeniero que acudía a Vigo como miembro del equipo de expertos ministeriales encargados de certificar la calidad de los estadios que iban a ser sede del evento. Él lo hacía en calidad de director general de Infraestructuras aunque coincidiendo prácticamente con el inicio del campeonato, pasó a presidir el Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA) dependiente del ministerio de Agricultura. En Galicia, Italia, Polonia, Perú y Camerún dirimirían su clasificación actuando en Riazor y en el estadio vigués, y casi sin quererlo me encontré tomando un café con aquel tipo campechano, buen conversador y muy simpático, con el que, según comprobamos ambos, me unían unas cuantas afinidades. Ambos teníamos prácticamente la misma edad –me lleva dos meses-, ambos éramos madrileños, ambos votábamos a UCD, y ambos éramos madridistas. Yo, naturalmente, no he pasado en modo alguno a la posteridad pero él sí. Se llamaba Florentino Pérez Rodríguez y hoy preside el equipo de sus amores y de los míos, y acaba de renovar su mandato por cuatro años más. Florentino es el presidente del Real Madrid más famoso de la Historia si exceptuamos a Santiago Bernabéu, el gran patriarca del madridismo universal.

Paradójicamente y a pesar de contar entre sus concursantes al futuro campeón –Italia- y al cuarto clasificado –Polonia- el grupo gallego fue sin más una castaña pilonga y yo, que por una serie de disparidades primorosamente concatenadas me encontré perteneciendo al comité organizador, pocas veces me aburrí tanto en el fútbol como viendo aquellos partidos soporíferos que acabaron todos en empate menos el Polonia-Perú que acabó en goleada pero se jugó en Coruña. Florentino dio el visto bueno y me deseó que viéramos un grupo divertido y espectacular. Casi acierta.

Aquel treintañero gafotas es hoy el dios del fútbol europeo que sueña con romper la homogeneidad territorial y apadrinar una Superliga europea como Bernabéu contribuyó a crear la Copa de Europa. Ah el Madrid. Nunca se conforma.

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