Opinión

La causa natural

Confieso que, a estas alturas, me pregunto cuánto hay de impostura, cuánto de modernidad, cuánto de  sofisticación y cuánto de auténtico compromiso y adhesión, en esta súbita respuesta universal a la causa de la conservación del planeta que se ha adueñado en tiempo récord de las sociedades adelantadas. Defender la bandera del bando ecologista mola una barbaridad en estos tiempos, y uno no es nadie si no se alinea apasionadamente con los que combaten el calentamiento global y abogan por la disminución radical de consumos contaminantes, se declara conservador de la madre Tierra, se desprende de todos sus vehículos a motor, y se hace vegetariano.

En Madrid, sede apresuradamente voluntaria para acoger la Cumbre del Clima a la que hubo de renunciar Chile sumido en un sorprendente y no completamente explicado conflicto interno de violencia inaudita, los líderes mundiales esperaban ayer por la tarde la llegada de la joven activista Greta Thumberg que venía cruzando el Atlántico en catamarán para no contaminar, porque viajar en avión es contribuir a ponerlo todo perdido, y sospecho que viajar en automóvil o en motocicleta es aún peor para esta doncella sueca de dieciséis años, con perfil de moderna Juana de Arco, recién desembarcada en Lisboa y en camino hacia su glorificación y santificación en aras de la magna conversión de los terrícolas al credo meteorológico.

Aún reconociendo sus múltiples méritos, y creyendo firmemente en la necesidad de adoptar medidas concretadas y pactadas por todos los países del primer nivel para rescatar nuestro mundo de una paulatina desintegración acelerada, a mí esta apóstol del combate contra el calentamiento global no acaba de caerme simpática y mira que lo siento. Estoy convencido de que si no se toman el tema en serio los mandatarios del planeta, los próximas generaciones están abocadas a padecer condiciones de una dureza extraordinaria, pero esta súbita exaltación de la niña profeta, con gesto de saberlo todo, a la que se ha beatificado en cuestión de semanas, me suena más de lo debido a campaña bien orquestada y con mucho dinero de por medio para pasear en andas a esta criatura por todos los foros mundiales. Cumbres climáticas, parlamentos europeos, congresos e incluso la sede de Naciones Unidas ha abierto las puertas a sus palabras. Hay cosas que se me escapan…

Te puede interesar