Opinión

La música dañina

Como pueblo, hemos entreverado nuestras mejores virtudes para legitimarnos y las hemos mezclado sorprendentemente con las más extremas estupideces, algunas de las cuales son por desgracia recientes, porque majadería y de las buenas es permitir que se nos denigre por el mundo adelante y se aguante oficialmente la consideración de criminal racista y sin entrañas de Cristóbal Colón sin abrir el pico. Y no solo se soporte este disparate, sino que, paradójicamente, se fomente por no pocas instituciones y fracciones políticas de nuestro propio país, que ya es calentura.

Sin embargo, entre nuestra majaderías más recientes, no encuentro otra más imposible de explicar que la colaboración prestada por autoridades, medios de comunicación y sectores privados y públicos al imperio del reggaeton, ese género musical empaquetado desde los ámbitos más dudosos de la Latinoamérica profunda y contraproducente, que se impone entre el público español más joven y cuyas letras son un compendio difícilmente igualable de lo peor y más abyecto del machismo, la desconsideración, la chulería y la violencia.

El reggaeton se rodea de una estética que pone los pelos de punta, y trata sin la menor consideración a la mujer, aplicando esos conceptos de posesión y dominio del varón que parece estar tan latente en algunos sectores sociales al otro lado del Atlántico, cuya significación repugna, agrede y estremece. He visto vídeos de esta modalidad musical y me he quedado perplejo. He escuchado sus letras -que ahora se encargan de transmitir chicos y chicas de diez y doce años algunos de los cuáles por fortuna aún no sabe lo que dicen- y me he quedado patitieso. He tratado de averiguar las virtudes de esas voces pastosas y trucadas en los estudios que desgranan letanías infames y atentatorias, y me pegunto cómo este ataque frontal a la dignidad especialmente de la mujer, puede permanecer impune sin que ninguna asociación feminista haya abierto el pico para rechazar con todas sus fuerzas una agresión tan infame cuando se enciende en armas por motivos mucho más triviales. El reggaeton me parece una infra música desde el punto de vista puramente armónico. Pero es un ataque a la dignidad por el contenido de sus textos. Y sospecho que existen argumentos y posibilidades legales, económicas o políticas para combatir su perniciosa influencia. Y no sé qué esperamos, la verdad.

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