Opinión

La visita santa

He sabido que la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo de España le ha regalado al papa una estola confeccionada con plástico reciclado y un libro con poemas de Rosalía de Castro, que era hija natural de un cura y cuyo marido Manuel Munguía sospecho le dio una vida muy infeliz y aperreada. Buena elección de la vicepresidenta, que además es gallega y ha resuelto regalar haciendo patria. Lo que ignoro sin embargo es el carácter de este encuentro y sus necesidades. Se da la peregrina circunstancia de que Yolanda Díaz se ha amparado en la confidencialidad de esta visita para no soltar palabra sobre el contenido de la conversación y el papa tampoco ha dicho nada. Por tanto, habremos de contentarnos con saber que la vicepresidenta se ha desplazado al Vaticano para referirle al Pontífice los deseos que su ministerio tiene de crear empleo de calidad y estable, y el papa le habrá contestado que por él que no quede, que bendice con unción semejante deseo y que… adelante con los faroles.

En la rueda de prensa habitual de Moncloa la portavoz del Gobierno explicó a los periodistas que la visita había sido muy interesante y se había desarrollado en un clima de gran cordialidad, criticando de paso al PP por pedir explicaciones. La vicepresidenta Calviño, que estaba presente en el acto, apostilló que nada tenía de raro el encuentro y que, sin ir más lejos, ella se había visto con el papa en un par de ocasiones. De nada de todo esto hemos tenido conocimiento los españoles, y algo me dice que deberíamos saberlo aunque fuera para conocer a qué dedican los ministros de la Corona el tiempo libre como diría Perales. Al fin y al cabo, este tipo de actividades tienen carácter oficial y se pagan con el dinero del administrado de manera que no parece exagerado que al menos se le cuenten algunos detalles de lo que paga el cliente.

El problema de este nuevo marco político y social en el que estamos inmersos es que a nadie se le da una figa lo que se haga o no se haga. La visita de Díaz al Vaticano es, en mi modesta opinión, una comedia como tantas que no tiene objeto alguno y no valen para nada. Pero a la postre da lo mismo, porque todo está ahora muy barato, y ni se hacen preguntas, ni se fiscaliza ni se exige a los políticos coherencia y efectividad. El Papa leerá con gusto a Rosalía, Díaz ha aprovechado para salir en los papeles, y aquí paz y después gloria.

Te puede interesar