Opinión

Lo que ha olvidado

Hace tiempo que he renunciado a pronunciarme en redes sociales porque siendo como soy un viejo periodista con cuarenta años largos de oficio, considero que me basta con los cauces convencionales para expresarme. Tengo, en efecto, la inmensa suerte de poder publicar mis escritos en las páginas de un periódico y otros no la tienen. El problema es que las redes sociales han acabado convirtiéndose en un saco sin fondo para albergar frustraciones, cotilleos, venganzas, manipulaciones y envidias que no se producían cuando el hecho informativo estaba en manos de los profesionales del medio que sabían lo que hacían. Hoy, estamos en las fauces de unas redes sociales con acceso abierto y calzón quitado para vejar, calumniar, emitir bulos, manipular la opinión pública y triturar a quien se designa como objetivo. Es por eso por lo que me he borrado de las redes sociales. Y no me arrepiento.

Llevamos muchas semanas escuchando el discurso de todo un vicepresidente del Gobierno atentando directamente contra los profesionales de la información por el mero hecho de no aceptar las directrices que pretende imponer en el tratamiento de las noticias que se refieren a él. Hace un par de días, la presentadora de los informativos de Antena 3, Sandra Golpe, le recordó a Pablo Iglesias su condición de vicepresidente y le aconsejó que se olvidara de su antigua condición de tertuliano porque hoy tiene otro papel que asumir y otras responsabilidades a las que hacer frente. Iglesias se ha olvidado de muchas cosas. Se ha olvidado de que pasaba apuros a fin de mes, se ha olvidado de que tomaba cañas con los amiguetes en un bar y se ha olvidado de lo mucho que cuesta enfrentarse a la vida con un sueldo pelado. Pero, como decía Sandra Golpe, se ha olvidado además de que ya no puede hacer lo que en cada momento le apetezca, porque se debe a un Gobierno del que forma parte, aunque no lo parezca. La triste verdad es que Iglesias es un sujeto acosado y al borde de un ataque de nervios al que le asoman las costuras en cuanto se rasca un poco su superficie.

Llegará un momento crucial en que los tribunales acabarán colocando a cada uno en su sitio y terminaremos sabiendo de dónde salió el dinero que permitió fundar, de la noche a la mañana, un partido como Podemos. Hoy comenzamos a asomarnos a las ventanas de un cuarto oscuro en cuyo interior no sabemos lo que nos encontraremos. Nada bueno, desde luego.

Te puede interesar