Opinión

Los advenedizos

En este campaña continua que los ciudadanos de a pie estamos padeciendo, la mirada se vuelve hacia los políticos amateurs que han poblado las listas para todas las convocatorias y en las que el abanico de rostros populares es amplio y variado. Vamos a asistir a una verdadera tormenta  de comicios de todas las facturas. En este escenario caótico, lo primero que habría que calibrar es que, la campaña no ha empezado oficialmente, pero la triste realidad es que llevamos inmersos en ella desde hace meses lo que contribuye a acelerar el agotamiento del electorado. Cuando comience de verdad, estaremos todos tan cansados de mensajes, broncas y vituperios, mutuas recriminaciones, discursos repetidos y viernes electorales que todo nos sonará a lluvia en el tejado.

El análisis de los expertos en comportamiento social sospechan que la clase política está jugando en un escenario abiertamente hostil al que le ha conducido su propia incompetencia y que, en general, los ciudadanos están descontentos de sus políticos y todo lo que les suena a ellos produce rechazo. Seguramente ese es uno de los motivos por los que todas las formaciones han tratado de incorporar a sus filas personajes que proceden de otros rincones de la vida pública y que en algunos casos son famosos por otras actividades fuera de la política como lo pueden ser un entrenador de baloncesto y un torero. De hecho, abundan en las listas -hay que confeccionar muchas porque se va a votar para las comunidades, para el Congreso y el Senado, y para Europa- escritores, periodistas, deportistas, toreros, jueces, militares… y en general gentes que nada han tenido que ver con la función política a la que llegan nuevos y sin manchas. El problema por tanto no está en su espalda libre de mochilas llenas de piedras como las que portan los que han hecho de la vida parlamentaria su oficio, sino su inexperiencia en estas lides tan complejas. Repasando el histórico hay que reconocer que, salvo excepciones, los famosos han dado un resultado muy discreto pasándose al oficio político. Casi tan malo como los jugadores británicos le han dado al Real Madrid. Así que no estaría mal pensárselo.

Pero no hay vuelta que darle. Si los políticos se ocupan de desprestigiarse solos, habrá que acudir a los otros para llenar huecos.

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