Opinión

Los desacuerdos

Asistimos estos días a la tercera desavenencia grave de un Gobierno de coalición cuyos socios en la formación no dieron muestras previas de poder entenderse. Unas relaciones que parecían tan difíciles antes de que se propusiera la fusión, no tenían en realidad muchas posibilidades de habilitarse una vez producido el acuerdo, y por tanto, este clima de distanciamiento e incomunicación que hoy se respira no es más que el lógico resultado de una componenda muy endeble y cuajada de dificultades que ya imaginaba el propio presidente del Gobierno cuando confesó que no podía pactar con Podemos a riesgo de perder el sueño. Luego se le olvidó esta circunstancia y auspició un extenso ejecutivo compuesto por cuatro vicepresidencias y veintidós departamentos, diecisiete de los cuales los ostenta el PSOE. Pablo Iglesias, su mujer Irene Montero, Yolanda Díaz, Manuel Castels y Alberto Garzón ostentan las carteras comprometidas para los socios preferentes.

El último desacuerdo reflejado hasta la fecha en las relaciones intergubernamentales ha estallado durante la preparación de la nueva ley orgánica de libertad sexual, cuyo anteproyecto ha sido aprobado por el Gobierno en medio de una batalla librada entre los dirigentes de Unidas Podemos y algunos de los más representativos integrantes de la mayoría socialista con la que comparten Consejo de Ministros, especialmente la vicepresidenta Carmen Calvo -cuyo poder no ha sufrido menoscabo en este nuevo organigrama- y el titular de Justicia, un discreto juez sevillano llamado Juan Carlos Campo Moreno, de buena formación jurídica y prudente deseo de otorgar a la nueva ley el conteniwdo necesario para que cumpla su cometido sin tener que sufrir constantes remiendos. La vicepresidenta Montero, en el otro lado de la trinchera, ha contado con el incondicional respaldo de su esposo para defenderla. Resulta un tanto sorprendente esta defensa, porque todos los antecedentes parecen indicar que la vicepresidenta Montero se defiende sola tan divinamente.

Estas y otras anécdotas salpican de continuo las actividades de este dilatado equipo ministerial que no parece completamente avenido a juzgar por los múltiples tropezones que se han ido sucediendo. Estas cosas pasan, no hay duda. Y si las diferencias son tan acusadas como parecen, seguirán pasando.

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