Opinión

Los indecisos

Como será la última encuesta cocinada en los fogones del CIS que duda de ella hasta el propio José Félix Tezanos. Hace poco más de unas horas, los periódicos se hacen eco de una reflexión del presidente de Centro que introduce la posibilidad de que se le haya ido la mano. No es que se le vengan los colores a la cara pero algo es algo. Tezanos matiza que hay mucho indeciso, sospecha que Vox no ha tocado ni mucho menos techo, y piensa que pueden cambiar muchas cosas de aquí a la fecha clave.

En todo caso, y por muy amplio que sea el sondeo –más de diecisiete mil encuestas se han usado supuestamente para elaborarlo- el propio escenario que dibuja el estudio pone en grave peligro de duda razonable el resultado. Más del cuarenta por ciento de los españoles es indeciso y algunos hay que no solo no saben a quienes van a votar sino  si siquiera van a ir a votar. El comportamiento de los partidos políticos –entre cuyas muestras intolerables está la propia manipulación partidista de las instituciones como ocurre con el mismo CIS-  es en general insoportable, y la pobreza moral de sus aptitudes ha alentado este paulatino divorcio del elector con los políticos que van a representarlo con la correspondiente pérdida de confianza en la clase política. Si uno de cada cuatro españoles no sabe a estas alturas a quién va a votar es evidente que la fe en el sistema parlamentario y en los que los utilizan está por los suelos. Nunca antes se había producido un fenómeno de esta naturaleza. Por tanto, los partidos políticos, si quieren recuperar la estima de sus electores, tienen que plantearse seriamente cómo restañar esta sima que se ha ido profundizando a cada paso que han dado. El telón de la función está a punto de alzarse y muchos españoles se va a decidir en el mismo colegio electoral y luego va a mentir al encuestador que le aborde a la salida. Pretender poner en el mercado una encuesta fiable parece una hazaña. 

Tezanos es uno más en este teatro de vanidades en que se ha convertido la política española a primeros del siglo XXI en el que todo ha cambiado. Egoístas, banales, veletas, manipuladores, irrespetuosos, informales, los políticos han perdido autoridad moral, ya no son ni más cultos, ni más sensatos, ni más formales ni más ejemplares que los demás. El 40% me parece poco.

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