Opinión

Los malos y los buenos

Acabo de leer un suceso producido en una playa de la provincia de Huelva que ha contribuido a acrecentar en mí la sospecha de que todos los valores que en un pasado sostenían la ética y la bondad de los comportamientos han sido despreciados por una sociedad actual para la que ya no existen los códigos que habían servido como pauta en tiempos anteriores. Al parecer, en esta playa proliferan los vendedores furtivos de alimentos y refrescos. Venden a precios más baratos mercancías que no han pasado control alguno, y ellos mismos afrontan su actividad sin abonar las correspondientes tasas municipales para ejercer su actividad. Son comerciantes incontrolados, venden mercancía no sujeta a fiscalización sanitaria y administrativa alguna, ejercen una competencia desleal y además no pagan impuestos. El pasado jueves, la policía municipal se pasó por la playa para evitar este ejercicio de venta fraudulenta. Los vendedores presentaron resistencia y uno de ellos sacó un cuchillo e hirió a uno de los agentes. Lo más sorprendente es que los delincuentes disfrutaron de la ayuda de un bañista que se alió con ellos y atacó también a los policías. El herido, afortunadamente leve, pudo ser rescatado por sus compañeros quienes acabaron deteniendo a los asaltantes. Todos ellos se vieron la mañana siguiente en el juzgado. 

Estremece sospechar que una parte de la sociedad se ha puesto del lado del que trasgrede la ley. Probablemente por una interpretación errónea del reparto de papeles, algunos segmentos sociales han supuesto que ayudar a las fuerzas de seguridad es ayudar a la represión mientras respaldar a quien delinque es un modo romántico de respaldar al débil. Nada más disparatado, absurdo y estúpido porque por principio, los cuerpos policiales son los encargados de cuidarnos, de otorgarnos la seguridad a laque  aspiramos, de defendernos ante la injusticia y de proteger nuestras vidas y nuestros intereses. Cualquier otra interpretación comporta ayudar al malo y perjudicar al bueno. 

Hace algún tiempo, leí que la Guardia Civil había salvado de morir en la montaña a un sujeto vasco que, años después se rebeló como uno de los asesinos etarras más peligrosos. Probablemente los agentes que lo rescataron ya lo sabían. Y cumplieron con su deber.

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