Opinión

Los mensajes en las redes

Acabo de leer que, en su cuenta de Instagram, la modelo Elena Tablada, ex pareja del cantante David Bisbal con el que mantiene un enfrentamiento judicial muy bronco, ha cometido un error imperdonable que ha suscitado críticas en todo el ciberespacio. Al parecer, se ha hecho una foto junto al monumento que se alza en Berlín para recordar a las víctimas del Holocausto, y no se le ha ocurrido otra cosa que titularlo “aquí con el bebé en el horno”, refiriéndose a su condición de embarazada a punto de dar a luz sin percatarse de que semejante frase, a la vera de un monolito que recuerda los horrores de los campos de exterminio, es una referencia por demás descabellada y propia de quien no tiene el mínimo respeto por quienes han protagonizado una tragedia de proporciones históricas.

A mí personalmente estas cosas no me sorprenden. Estos adalides de la sociedad del bienestar que se han adueñado de argumentos tan serios como los de la comunicación y han irrumpido en ellos considerándose con autoridad bastante como para asumir misiones de conducción e inspiración social, no tienen en realidad sensibilidad alguna para calibrar el alcance de sus comentarios, ni los mínimos conocimientos para transmitir mensajes. Las redes sociales lo permiten, y la inmensa parroquia sin fronteras con la que comparten el ámbito, aceptan cualquier cosa y así nos va a todos, incluidos en un saco sin fondo destinado únicamente a convertirnos en sustento y respaldo de las más estúpidas y vacuas vanidades. Si sujetos aparentemente dueños de una regular formación como los integrantes de la clase política cometen verdaderas fechorías en sus cuentas de internet, qué puede esperarse de estos personajes que, como Elena Tablada, se pasean haciéndose selfies con la sonrisa en los labios por escenarios que perpetúan hechos dramáticos. Por lo general, no tienen ni la más remota idea de lo que esos monumentos que les sirven para fruncir el morro y saludar colocando los labios en forma de corazón a sus múltiples seguidores, representan. Ni les importa.

La vida ha corrido mucho y, aunque en ocasiones parezca un devenir insensato, no para. Baste por tanto rogar desde lo más íntimo de cada uno, que estos progresos tecnológicos que representan las plataformas digitales sirvan más para hacer el bien que para hacer el ridículo, como es el caso.

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