Opinión

Los más famosos

Los últimos días de un año suelen ser terreno abonado para hacer memoria sobre lo acontecido y elegir a sus ciudadanos más populares. En este apretado sprint final de 2014, las más altas cotas de popularidad para la elección de los españoles más destacados se las han disputado personajes con presencia frecuente en los medios de comunicación y meritos para esa comparecencia, como Pablo Iglesias, el rey Felipe VI, Sergio Ramos, Emilio Botín, Teresa Romero, el juez Castro o Marc Márquez por citar algunos ejemplos más o menos acertados, y a los que toca convivir con otras renombradas criaturas que se han labrado la nominación a cuenta de sus más que dudosas hazañas. Ha sido, aunque el hecho escueza, el año de Rato, Blesa y sus tarjetas, el de Pujol y sus herencias, el de la infanta Cristina y su banquillo, o el del pequeño Nicolás, y sus cuentos de Mortadelo y Filemón con la más que sospechosa trastienda que el caso parece guardar y que alguien debería encargarse de explicar cuando toque. También ha sido el año de Artur Mas y su pulso independentista, aunque a nadie le gusta hacerse famoso a expensas de una derrota que asomará con mayor intensidad este próximo curso. El presidente catalán ha dado la barrila más que nade en 2014. Ahora cumple que se pregunte si le ha valido la pena.

De todos modos, quien mejor y más merecidamente encarna todas las virtudes exigibles al mejor del año no es otro que el sufrido y animoso pueblo peleándose todos los días y a brazo partido con la dura realidad cotidiana. El año ha terminado esbozando una situación económica que apunta razonables atisbos de recuperación y ahora lo que toca a los gobernantes una vez salvado lo peor es que esa recuperación comience a traducirse en la calidad de vida de sus administrados. El año cierra con la famosa prima de riesgo en 100 puntos básicos y trazas de seguir descendiendo. Pocos se acuerdan que en marzo de 2012 estaba en 630 con el país a un paso de ser intervenido. Entre una financiación de la deuda exterior más barata y la caída de los precios del carburante, algún desahogo se nos va a permitir, pero no basta. Este 2015 tiene que sonar mucho mejor de lo que ha sonado el que se marcha porque el pueblo lo merece tras siete años de sufrimiento. A ver si de verdad escampa.

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