Opinión

Mensaje real

Por primera vez en mucho tiempo, el discurso del Rey ha marcado unas inmejorables cifras de audiencia y ha sido visto por ocho millones de televidentes, lo que en verdad no se recordaba porque la presencia de Don Juan Carlos ante las cámaras de la televisión se había convertido en una presencia testimonial y a menudo forzada, que apenas tenía qué decir hasta que cayó la que cayó y entonces nadie ya le creía una palabra. Uno de los más graves problemas en los últimos años del reinado de Don Juan Carlos era la evidente desconexión entre la realidad que él vivía y disfrutada y la que estaban padeciendo los ciudadanos, realidad a la que el entonces monarca se acercó forzado por las circunstancias y obligado por sus asesores, de tal modo que su discurso sonaba lejano, poco creíble y como construido de retales.

Felipe VI representa a otra generación y su primera aparición ante las cámaras en la tradicional cita navideña apenas tiene que ver con las que protagonizó su padre sobre todo al final de su reinado. Es un hombre joven y con una rigurosa formación, que se expresa con propiedad y contundencia, que dice cosas, y que las cosas que dice se las cree y las asume como parte de su responsabilidad como jefe del Estado. La natural es por tanto suponer que esas líneas básicas sobre las que se construyó su mensaje son también los pilares de su pensamiento como monarca y jefe del Estado, un abanico de reflexiones que podría firmar exactamente igual el presidente de un gobierno republicano. La lucha cerrada y sin fisuras contra la corrupción, la necesidad de poner en práctica políticas que fomenten el empleo, y la necesidad de crear un clima de entendimiento que preserve la unidad del país y que, sin poner en peligro este principio básico, ayude a establecer un diálogo con aquellas comunidades que, como Cataluña, abogan por la separación. Felipe VI ofreció una visión muy cuerda del problema –lo es para el Rey- aunque lo difícil es articular las bases políticas y sociales de ese tan requerido diálogo.

A mí me gustó el Rey y me parece que se está ganando a pulso que confiemos en él. Con su renovado estilo, sus condiciones y la futura proyección de su reinado.

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