Opinión

Mentiras históricas

Analizando  el caudal de acontecimientos erróneamente interpretados  por los siglos venideros, y calibrando la cantidad de sujetos sin el menor encanto a los que esos errores cometidos han convertido en próceres de la Humanidad sin comerlo ni beberlo y aún sin merecerlo, me pregunto cómo se verán los hechos actuales cuando les toque desentrañarlos a las generaciones venideras y a quién harán héroe y a quién villano. Si sucesos tan cercanos a nuestra época como la I República han sido objeto de una interpretación tan equivocada y los papeles que desarrollaron en ella sus principales protagonistas se han confundido de manera tan insensata, sospecho que no nos esperan a nosotros tratamientos más inconexos y partidistas. La República de 1873 no tuvo cuatro presidentes como se dice en los libros de texto –Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar- sino cinco, porque tras la orden de desalojo del general Pavía, fue el general Serrano quien se hizo cargo hasta el golpe de Estado de Arsenio Martínez Campos.

En realidad los cuatro presidentes que figuran en los textos escolares jamás lo fueron. La República duró tan poco que no hubo tiempo de aprobar una Constitución nueva y por tanto Figueras, Pi, Salmerón y Castelar fueron solo presidentes del Poder Ejecutivo. El único que se ratificó en el cargo de presidente de la República fue Serrano que se nombró a sí mismo. El general Pavía no era, como muchos suponen, un recalcitrante monárquico sino un fervoroso republicano unitario que no admitía la República federal y disolvió las Cortes para ayudar a Emilio Castelar con el que simpatizaba. Con él y con su ideario político.

Jamás entró con su caballo en las Cortes -como suponía multitud de gentes entre las que estaba Cayo Lara- sino que no se movió de su despacho de capitanía. Una vez disuelto el Congreso citó a los jefes políticos en su despacho, les advirtió que se entendieran, dio los buenos días y cerró la puerta. Los allí reunidos eligieron a Paco Serrano quien, poco después, se fue a meter en cintura a los carlistas del norte dejando el Estado en manos del general Zavala al que sucedió Sagasta mientras Serrano ponía fin a la II Guerra Carlista.

La próxima generación dirá que el presidente Pedro Iglesias contrajo nupcias con Inés Arrimadas y juntos vencieron al general Yago Aspas en la batalla de Yellow submarine. O algo así…

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