Opinión

Montero y sus incomprensiones

Por alguna razón que a mí se me escapa, un perfil tan precario como el de María Jesús Montero ha conseguido erigirse en ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno. Se supone por tanto que es uno de los pilares más sólidos del gabinete y uno de sus integrantes con mayor capacidad de decisión. Alguien por tanto que aglutina en sí misma tanto poder debería estar en posesión de unas condiciones extraordinarias. Pero con Montero ocurre lo mismo que con el rey Carlos III. Los tres aspectos de su personalidad que han pasado a la Historia apenas conjugan con sus características verdaderas. 1ª, Carlos III fue el prototipo del rey ilustrado y sin embargo nunca iba al teatro, no le gustaba la música y jamás en su vida leyó un libro. 2ª Fue el mejor alcalde de Madrid y lo cierto es que de los doce meses del año, apenas pasaba uno residiendo en la capital. Desde el motín de Esquilache les tomó tanto terror a los madrileños que procuraba no toparse con ellos y gobernarlos mejor a distancia. 3ª era un monarca acendradamente católico y lo sería seguramente, pero no le tembló el pulso al expulsar del territorio español a los jesuitas y no paró hasta conseguir del Papa el documento por el que se ordenaba la disolución de la orden.

A Montero le pasa lo mismo: Es portavoz del Gobierno y posee una dicción desastrosa y un discurso absolutamente incomprensible. Y  es ministra de Hacienda y no tiene la más mínima formación en la materia porque es doctora en Medicina. En esta cruzada para afrontar la reforma fiscal en la que se ha sumergido, defiende un catálogo de argumentos completamente distinto al que defiende la vicepresidenta Calviño, quien hace unos días y utilizando los micrófonos de una emisora, aseguró que los impuestos no se iban a subir. María Jesús Montero aboga por todo lo contrario.

En todo caso, si el Gobierno decide elevar la presión fiscal habrá de comprender que, en justa reciprocidad, el administrado reclame al Gobierno competencia y claridad en su empleo. Es su dinero, y  está en pleno de derecho de exigir que le expliquen en qué se gasta. Montero nunca responde a nada –es cierto que las pocas veces en las que responde no se le entiende una palabra- pero ya va siendo hora de que explique a qué viene esta subida si no estaba en ningún guión electoral. Y que se le entienda que esa es otra…

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