Opinión

Muertos en el armario

L a decisión tomada por la CUP en régimen asambleario tras casi cuatro meses de marear la perdiz, ha dejado el escenario político catalán tal como estaba, pero este convulso periodo con aire de manicomio se ha ido comiendo personajes por el camino y no ha respetado ni siquiera al que más ha contribuido a encanallarlo. Como en el cuento futurista escrito por la dulce Mary Shelley, la criatura terminada rebelándose contra su creador y el monstruo hecho con pedazos de cadáveres asesina a la esposa del doctor Frankenstein abriendo la puerta a una dolorosa pero implacable venganza. Aquí el doctor ha sido el inefable Artur Mas que ha destruido todo aquello que ha tocado, y el monstruo es ese proceso independentista a cuya consecución Mas ha supeditado todo, si bien al final le ha explotado entre las manos. Los cientos de millones de euros de dinero público que el presidente en funciones de la Generalitat ha invertido en esta aventura no han servido en realidad para nada, y al final este despojo político rendido a cualquier cosa con tal de conservar el puesto, ha sido negado tres veces como hizo Pedro con Jesucristo y rechazado para seguir siendo presidente. Por el camino han ido quedando cadáveres y aún van a caer otros tantos.

El proceso demencial en el que Mas ha sumergido a Cataluña cuenta sus muertos a pares. Iniciando la lista por el propio Artur Mas, han quedado en el camino personajes como Durán y Lleida, Alicia Sánchez Camacho, Pere Navarro, Xavier Trías y ahora Antonio Baños que acaba de renunciar a su escaño. Pero lo más complejo en este proceso es determinar qué ocurrirá con los que quedan en pie y que probablemente habrán de verse las caras en una nueva cita electoral teniendo en cuenta la apariencia de callejón sin salida en la que la toma de posición de los antisistema han colocado el escenario. Mas está dispuesto a sostener el pulso, sus socios de alianza empiezan a sopesar la necesidad de no hundirse con él, y ahí están pendientes de un hilo Junqueras, Ròmeva y el resto de los socios buscando una salida para desbloquear un plan loco que ha dañado la credibilidad de las instituciones catalanas, la honorabilidad de su sistema, el prestigio de su sociedad, la calidad de su siempre admirado y ecuánime carácter, la fiabilidad de su política y la solidez de sus finanzas. Es como para hacérselo mirar.

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