Opinión

Mundiales en sombras

La disparatada decisión de celebrar un campeonato del Mundo de fútbol en Qatar que obligaba a suspender en la mayoría de los países participantes la temporada doméstica, no podía significar otra cosa que la presunción y posterior confirmación de una tenebrosa trastienda. Por un lado en efecto se advierte y se sigue con el talante pasional que caracteriza a las aficiones en la grada la propia competición, cuyo desarrollo ha propiciado notables sorpresas y la sospecha de que nos encontramos ante la apertura de una nueva era en lo que se refiere al tratamiento técnico y táctico del juego. Pero paralelamente a este desenvolvimiento muy atractivo de los nuevos postulados que van a gobernar el futbol en la segunda mitad del  nuevo milenio se acrecienta la sombra de un oscuro e incluso criminal escenario que se ha ido acomodando a las necesidades de los grandes grupos dominadores a base de prácticas inaceptables.

El torneo se acerca a su última fase y el próximo domingo se celebrará el encuentro de clausura que proclamará al campeón, pero las situaciones que se han ido concatenando en este camino hasta  el enfrentamiento final está tan cuajado de episodios torvos que una sociedad que deseara poner paz en su conciencia debería  investigar hasta el final. La ruta que se inició mucho antes de que el árbitro pitara el principio del partido inaugural con la selección del país anfitrión estrenándose en un campeonato mundial está tan saturada de episodios inquietantes que no es posible asistir a los interesantes partidos que nos retransmite la televisión sin calibrar la calidad moral del marco en el que se están celebrando.

Nadie sabe a ciencia cierta cuánto ha costado en vidas humanas la construcción de las instalaciones en las que se está celebrando este Mundial, y es posible que nunca se sepa el número de cadáveres sepultados bajo los cimientos de sus estadios, pero además de esta primera sombra estamos contabilizando muchas más de cuantía e intensidad creciente. La corrupción ha puesto patas arriba  el Parlamento Europeo con la detención de la vicepresidenta de esta entidad internacional y la de ocho personajes implicados. Los augurios menos severos interpretan que las implicaciones no han cesado con estas detenciones. Las más severas sospechan que estamos ante la punta del iceberg. Y mientras tanto, tres periodistas críticos con la organización, han muerto en Qatar en estos días y en circunstancias sospechosas. ¿Hay quien dé más?

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