Opinión

Ni come ni deja comer

Al contrario de lo que ocurrió tras las elecciones anteriores, el escenario nacido de la nueva consulta no puede acusar a Mariano Rajoy de inmovilismo. El presidente en funciones ha aceptado la petición del rey y se ha abierto a una negociación generosa y libre de condicionamientos que paradójicamente sigue topando con la negativa a ultranza sobre la que se ha sentado Pedro Sánchez. Ese ya famoso e histórico “No es no. ¿Qué parte del No es No, es el que Rajoy no entiende?” nos abocan, si las cosas no cambian radicalmente, a unas terceras elecciones que desde luego el elector no desea y de las que el mismo Rajoy pretende prescindir aunque seguramente le producirían  mucho beneficio. El jefe de un Ejecutivo que lleva interino desde el mes de abril ha hecho esta vez todo lo posible por entenderse con su rival político al que ha ofrecido argumentos de colaboración para construir un principio de gobernabilidad incluso compartido. Pero se ha encontrado con una pared. Rivera, tercero en discordia, rechaza el voto afirmativo pero al menos adelanta que se abstendrá en segunda vuelta para que gobierne la lista más votada. Es un escenario precario pero al menos con alguna posibilidad.

Desgraciadamente, con Rivera no llega y el No socialista pone al país en la indeseable vía de unos terceros comicios a celebrar en diciembre de este año o en enero del siguiente. Las fechas del calendario que permitirían los plazos legales producen aún mayor inquietud. O el domingo 25 que es día de Navidad o el domingo 1 de enero que es Año Nuevo.

Sospecho que este es el destino que nos aguarda, pero aún resignado a aceptarlo porque no haya más remedio,  cada día entiendo menos a Iglesias y al equipo del que se ha rodeado para que le aconseje y en eso estoy  como Felipe González es decir, perplejo. Ni siquiera entiendo por qué, una vez instalado en esa negativa sin retorno que Sánchez ha elegido, el líder socialista no baraja la posibilidad de intentar un entendimiento con aquellos que están a su izquierda e incluso con aquellos que como ERC barajan desde una izquierda únicamente hipotética una opción nacionalista. Pedro Sánchez se ha empeñado en convertirse en oposición y no sufre aunque pase a la Historia como el político que ni come ni deja comer. Qué bien le vendría sin embargo profundizar sobre la figura de Práxedes Mateo Sagasta y tenerla por guía y ejemplo.

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