Opinión

Nuestros propios problemas

Desde tiempos inmemoriales, los más circunspectos espectadores de nuestro país se han preguntado cómo es posible que un país con las entrañas tan revueltas como el nuestro, haya podido aguantar el paso del tiempo sin autodestruirse. Esas reflexiones que se repiten con pasmosa frecuencia, han llenado páginas de diarios, han inspirado tratados, han suscitado intensos debates y han reflejado la perplejidad de plumas de excepción rendidas ante la fortaleza que ha mostrado el pueblo español ante la adversidad, y la milagrosa capacidad para superar los cientos de obstáculos, algunos inusitadamente graves que han amenazado su integridad, su bienestar y su calma.

Lo grave de esta situación sin embargo es que buena parte de las situaciones extremas que han colocado en peligro grave su continuidad y con las que el país se ha ido enfrentando cada dos por tres están generadas por nosotros mismos. Nosotros somos los primeros y más entusiastas creadores de nuestras propias trampas.

Observando el panorama de extrema crispación y polarización galopante que se impone en estos momentos, uno tiende a pensar que nos encontramos en uno de esos periodos en los que nuestra propia y disparatada afición a la discordia puede hacer peligrar el país como tal o al menos, puede causar muy importantes destrozos. Estamos en un ámbito excepcionalmente crispado, cuajado de desagradables situaciones. En un escenario en el que cada día se desata un conflicto nuevo sin que los demás se apaguen. Una estudiante premiada que se suma a un escrache orquestado contra la presidenta de una comunidad recibida con gritos de asesina” en un recinto universitario, un funcionario municipal jubilado que enviaba cartas explosivas al presidente del Gobierno desde su refugio en Miranda de Ebro, una ministra que acusa e insulta impunemente y por libre a uno de los empresarios más representativos del país, unas reformas del Código Penal que están facilitando la salida de violadores a la calle,  una región en pie de guerra porque la dejan sin agua, taxistas iracundos, médicos desesperados, maestros superados. Es decir, un panorama desolador al que habría que añadir la polémica por los tanques Leopard que una parte del Gobierno quiere mandar a Ucrania mientras la otra parte plantea su más absoluta oposición al envío, y por si faltaba algo, ahí está Dani Alves. y sin embargo, saldremos adelante.

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