Opinión

Palabra de rey

No pocos comentaristas políticos de los que quedan este mes de agosto en la garita, se han apresurado a criticar la intervención del rey, por haber elegido el posado tradicional de principio de verano en Marivent para enviar un recado a los responsables de los partidos políticos. El monarca urge a ponerse de acuerdo y les recomienda que busquen fórmulas de entendimiento que nos libren de una nueva cita electoral. Uno no sabe, a la vista de estos comentarios, qué es lo que en realidad molesta a los comentaristas políticos. Si el hecho de que el rey escogiera un acto protocolario como el de la fotografía familiar para leer la cartilla a los representantes de los partidos, o si lo que no ha gustado es el comentario en sí, por lo que en muchos de los contenidos se acusa al rey de injerencia. En mi opinión, ninguna de las dos alternativas es razonable. El uso de un acto como el posado de Marivent es oportuno porque encierra una declaración de principios antes de tomarse unas merecidas vacaciones. Y no existe en absoluto injerencia. Al rey le asiste la Constitución para expresarse como se ha expresado y está dentro de sus atribuciones hacerlo. Como garante de la buena marcha de los procesos políticos que corresponde vigilar a un jefe de Estado, lo que se les solicita a los representantes de la clase política es que dejen a un lado sus diferencias y lleguen a un buen acuerdo. Y se entiende como un buen acuerdo el acuerdo que garantice la estabilidad y la paz social para todos los habitantes de este país, no aquel que colme las aspiraciones de los parlamentarios y más expresamente, del presidente interino. Quizá convendría recordarlo en los comentarios de opinión que persisten en estos primeros compases del mes canicular por excelencia en lugar de cuestionar la intervención real cuyo fundamento es en mi opinión irreprochable, Felipe VI está en su derecho de exigir sensatez, concordia y trabajo a la clase política. Y la clase política tiene la obligación de buscar el mejor consenso.

Cada uno tiene su propia idea sobre la idoneidad del pacto político. También yo tengo el mío. Incluso en la soledad de mi propio santuario me pregunto si no será mejor volver a las urnas antes que colocar el gobierno en manos de al menos cinco partidos. Ahí lo dejo…

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