Opinión

El papel de la Agencia Tributaria

Esta no ha sido una campaña electoral especialmente tensa ni en ella se han intercambiado puñaladas como ha ocurrido en otras y en otros tiempos en que la crispación y los malos modos eran moneda habitual en el diálogo de los diferentes partidos participantes. Algunos oradores se han pasado de rosca en sus juicios sobre los rivales, y algún que otro insulto fuera de lugar se ha producido aunque esto de agredir verbalmente al vecino no se ha convertido, por fortuna, en la tónica dominante.

Dicen los periodistas que han estado en los centros más comprometidos que lo que sí ha existido es una trastienda movida y no siempre limpia e inmaculada como suelen ser las trastiendas en el juego político. Uno de los ejemplos más evidentes de esta historia es la participación en la cancha de un elemento de fuerte presencia y notable importancia como ha sido la Agencia Tributaria. El primero en usarla como arma de fuerte penetración en el ámbito electoral ha sido el ministro Montoro sugiriendo las posibilidades -luego ciertas y comprobadas- de que en Podemos no era oro todo lo que relucía y que concretamente su número dos había practicado una continua y nada edificante trampa. El cerco del ministerio de Hacienda hizo volar por los aires a un político emergente y seguramente pieza clave en el futuro de la formación que, sin embargo, hizo trampa. Monedero cayó con estrépito y Pablo Iglesias se quedó sin su alter ego. Es muy posible por otra parte que fuera el propio ministerio de Hacienda el que desarrollara la detención estratégica y no exenta de una puesta en escena grandilocuente y dramática de Rodrigo Rato al que había que mostrar en su versión delincuencial separada de su pasado como buen ministro económico para que no contaminara. No sé francamente si ese episodio tan teatral sirvió para conseguir el objetivo.

La última de estas intervenciones de la Agencia Tributaria en el proceso electoral la ha sufrido en sus propias carnes Esperanza Aguirre con la filtración interesada de sus datos como contribuyente en los que se refleja una economía boyante y saneada. Pero, a diferencia de los anteriores, Aguirre no ha hecho nada. Simplemente ha tenido trabajos muy bien pagados pero no está imputada, ni está sometida a investigación, ni nadie ha requerido sus cuentas fiscales, ni pesa sobre ella sospecha alguna y mucho menos, una acusación. Por tanto, se ha quebrado un principio de confidencialidad de la que es responsable la propia Agencia.

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