Opinión

Plano real, plano virtual

Vivimos en un mundo de creciente complejidad en el que, a los avatares cotidianos a los que está sujeta nuestra existencia real, hay que añadir ahora la influencia del universo virtual, un factor de una trascendencia todavía no mesurada en su justa medida de cuyo poderoso influjo nos damos cuenta de forma paulatina, posiblemente, en función de la influencia que ejerce en cada uno de nosotros. Es evidente que ya no solo importa la capacidad que cada uno posee para desenvolverse en el plano de la realidad, sino que adquiere presencia cada vez mayor el grado de acierto con el que nos comportemos en la universo creado artificialmente en el ciberespacio, un plano de la existencia en el que queramos o no, estamos integrados y en el que hemos de aprender a valernos para no sucumbir. Los que ya somos viejos sabemos mucho menos y estamos peor organizados para la supervivencia, pero también es cierto que cada día importamos menos así que gozamos de la ventaja de no tener gran influencia y no ser, por tanto, un objetivo prioritario.

Los que están en la pomada pueden pasar de cazador a cazado, de ratón a gato o viceversa, de amado a odiado, de héroe a villano. Entre ambas posiciones que también representan la fortuna o la ruina -en algunos casos irremediable- solo media un clic. El que va por ejemplo, de desayunarse una buena mañana con aquella foto de una atroz inconveniencia que alguien ha subido a la red y que en cuestión de segundos se ha hecho viral, de tal modo que lo que uno no desearía compartir ni con su propia madre lo comparte sin quererlo y muy a su pesar en un pestañeo, con cuarenta millones de usuarios. Así de sencillo y así de trágico.

Por eso ahora hay que ir con pies de plomo porque la exposición es máxima. Hace unos días, todo el país observó consternada una mitad, regocijada la otra, el cinturón de Hermes que ceñía la cintura de la vicepresidenta en funciones Carmen Calvo y que algunos valoran en 3.000 euros y otros en bastante menos. El caso es que las redes sociales se han lanzado en picado sobre este cinturón con el que la mujer de mayor rango político del país se ha presentado a presidir unos cursos de verano en la Complutense sobre feminismo y movimiento obrero. A lo mejor no era el complemento más aconsejable para la ocasión y el tema de la cita. El caso es que la han crucificado. Evitar la ocasión es evitar el peligro.

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