Opinión

Poco en lo que creer

En este permanente estado de perplejidad en el que nos encontramos los ciudadanos del común, un nuevo episodio ha vuelto a atizar esta creciente sospecha de que nada es lo que parece y lo que es peor, la verdadera imagen que aparece cuando lo que no parece termina apareciendo es, en líneas generales, devastadora. Una sociedad descorazonada y acribillada por las dudas termina colocando sus amores en puntos muy determinados, suponiendo que semejantes objetivos no van a causarle disgustos. Y se equivoca. Hay muy pocas cosas en esta sociedad que merecen nuestra confianza. Una de esas pocas islas que emergían entre las aguas turbias y procelosas de la ambición, el interés, la mendacidad y la usura eran las organizaciones no gubernamentales, instancias voluntarias y libres de dependencias tóxicas que acreditaban servir al prójimo por el mero placer del servicio.

Pero los globos se pinchan cada vez a mayor velocidad y nos dejan con las gomas pegadas a la nariz, la mirada perdida y la dolorosísima convicción de uno ya no puede fiarse de nadie ni puede ofrecer a nadie ni a nada su sentimiento. Suena apocalíptico pero no es para menos.

Este es el caso de Oxfam Intermon, una ONG con presencia en noventa países que hasta hace apenas una semana se encontraba entre las instituciones más respetadas del planeta. Volcada en la ayuda a los países más necesitados, con permanente presencia en las campañas de socorro necesarias tras cualquier catástrofe, la organización  pasaba por ejemplo de compromiso y honestidad aplicando una ingeniosa e innovadora estrategia para combatir la pobreza y captando en sus movimientos a gentes de toda condición con la práctica de actuaciones solidarias, bien programadas y accesibles. Todo esto era lo que en general sabíamos sobre Oxfam hasta que han comenzado a brotar al exterior los peores datos sobre el comportamiento de muchos de sus directivos sorprendidos en las prácticas más indeseables. Orgías con prostitutas menores de edad aprovechando situaciones límite como Haití tras el terremoto, comercios ilícitos, sexo, mentiras, pederastia… Como los pecados suelen cometerse de tres en tres, ya hay detenidos por fraude entre ellos un ex presidente de Colombia y el que fuera su gabinete al completo, y se producen dimisiones en cadena antes de que la propia dinámica de la investigación comience a instruir procesos entre sus dirigentes. Hoy, la web de Oxfam pide perdón públicamente por los desmanes cometidos por parte de su cúpula pero el mal está hecho. Oxfam está teñida de mierda y eso no hay quien lo pare. A ver que nos ahora buscamos para seguir creyendo.

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