Opinión

Política de gestos

Más pendientes de los signos externos que de la verdadera sustancia de las cosas, los políticos de ahora se aferran a guiños y mensajes subliminales para transmitir veladamente sus preferencias a un pueblo que, a este paso, va a tener que hacer cursos de interpretación por correspondencia para poder comprender los mensajes que algunos de los elementos de esta nueva hornada parlamentaria desean transmitir al pueblo llano. Dicen que los actos institucionales que se celebraron en Madrid para conmemorar el día de la Hispanidad se convirtieron en un compendio de actitudes con doble lectura que los periodistas destacados en el espacio delimitado por la Plaza de Armas en el Palacio Real se esforzaron en seguir, identificar y desentrañar, sobre todo, los que pusieron en práctica el dúo formado por el vicepresidente Iglesias y su pareja Irene Montero, ministra de Igualdad. Al fin y al cabo, coincidía en este acto el lote de protagonistas de este clima político irrespirable que ha conseguido enfrentar a todos con todos. Estaba el rey Felipe, la reina Leticia y las infantas. También estaba el presidente del Gobierno que le prohibió ir a Barcelona y una semana más tarde le obligó a hacerlo. Estaba la ministra Robles, de la que sospecha aturdida y enfadada por los ataques sufridos por la Corona desde las entrañas del propio Gobierno del que forma parte. Pero también estaba la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a la que el presidente Sánchez ha impuesto el confinamiento de la capital y que saludó muy fríamente a su rival con el que se las tiene amargas. Estaba Lesmes, estaba, Page y muchos presidentes autonómicos pero no todos, estaban militares y civiles… A este ballet de actuaciones gestuales hay que añadir el despliegue simbólico ofrecido por Iglesias-Montero en su primer 12-O como titulares del Gobierno. Ambos debieron pasar una semana de reflexión estudiando el catálogo de símbolos a desarrollar en el acto. Ella eligió un atuendo morado en sintonía con la franja añadida por la II República a la enseña nacional y él, de traje oscuro y sin corbata, prefirió ostentar los símbolos republicanos en su mascarilla anti-pandemia. A este paso, acudir a los actos oficiales va a ser tan sugestivo como resolver el auto definido gigante de este periódico.

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