Opinión

La política exterior

La política exterior española lleva siglos comportándose de una manera sorprendente sino errática. He trabajado durante una interesante época de mi vida para el ministerio de Asuntos Exteriores donde me cabe el orgullo de haber dejado grandes amigos, y he podido catar algunas de sus peculiaridades. Según pude saber durante mis años en Santa Cruz y especialmente en la sede de Serrano Galvache, la situación se complicó a partir del Congreso de Viena, donde el comportamiento   del plenipotenciario español fue desastroso y se convirtió en el sujeto menos tenido en cuenta y más ridiculizado de todas las delegaciones. Era este caballero, Pedro Gómez de Labrador, un personaje de la alta sociedad extremeña, nacido en Valencia de Alcántara, licenciado en Leyes y diplomático con primer destino en el reino de Etruria. Fiel a Fernando VII y, por tanto, hondamente anticonstitucional, se construyó una posición social y política acatando y practicando obedientemente la política del mendaz soberano, y llegó a Viena para llevar a cabo una misión personalmente encomendada por el rey y no consiguió acertar en ningún encargo. Wellington, que estuvo en el Congreso hasta que hubo de abandonarlo para volver a meter al fugado Napoleón definitivamente en cintura, lo describió como “el hombre más estúpido que había conocido en su vida”.

Sea o no sea éste el punto de partida de las dificultades con las que España nos sorprende siempre en materia diplomática, nuestra historia reciente está plagada de episodios incomprensibles que se repiten cada cierto tiempo y que en estos últimos años se han recrudecido sea quien sea quien esté dictando los comportamientos en Moncloa.
Supe ayer, por ejemplo, que Exteriores ha reconocido una reunión bilateral que se ha producido en Algeciras entre la ministra González Laya y el ministro principal de Gibraltar, el inefable Fabián Picardo. Después del sainete protagonizado por Ábalos con la vicepresidenta de Venezuela que parece sorprendentemente olvidado y que nadie se ha ocupado todavía de desentrañar, este vis a vis tampoco parece carente de morbo y extrañas ramificaciones. Para rematar la faena, la ministra ha manifestado que ya hace dos años, Picardo y Borrell mantuvieron un encuentro del que no se enteró nadie. Más vale…

Te puede interesar