Opinión

Presente ruinoso, futuro muy malo

La palabras de un atribulado Lionel Messi nada más finalizar su encuentro contra Osasuna que dictaminaba el desenlace de este atípico campeonato de Liga, son el reflejo más directo y contundente de un escenario de pura decadencia en el que los dislates aventados por unas fuerzas políticas frenéticas, unas instituciones descerebradas y unos medios de comunicación esclavos de un poder irresponsable, han acabado por colocar una región próspera y sensata antaño en una situación hoy desesperada. Es un territorio que desde hace tiempo ha perdido por completo la cabeza y se ha sumido en un absurdo que la ha llevado a la completa ruina que es moral, material, social, política, deportiva, financiera, económica, cultural y sanitaria porque en todos esos frentes ha fracasado estrepitosamente esta Cataluña absurda, fuera de toda razón, y encasillada en decisiones que han ido minando sus capacidades hasta hacerla caer de espaldas.

El tiempo ha ido pasando y demoliendo poco a poco un castillo de naipes sin tino construido sobre principios  falsos. El tiempo -y los jueces, naturalmente- han colocado en el lugar que correspondía a la familia Pujol, uno de los pilares de ese expolio continuado al que ha sido sometida una economía en otro tiempo florida y favorecida por la benevolencia de las distintas autoridades y de la que no quedan ni los rabos. Pero de esa demolición patrimonial no solo es responsable este clan Pujol que la propia autoridad judicial define como una sociedad criminal constituida expresamente para perpetrar robos, sino el completo de una actuación política e institucional que ha vaciado las arcas de todo lo que podía vaciarse. Que ha despilfarrado el dinero público en actividades inútiles, en patrocinios millonarios esclavos de una tendencia política única, en la compra de voluntades, el sufragio de fidelidades… En viajes políticos, publicidad sectaria, embajadas sin competencias, organismos ficticios y cultura dirigida. En manipular el presente, opacar el futuro e inventarse el pasado.

La caída a plomo de un club como el Barcelona es la crónica de una muerte anunciada y forma parte de este decadente panorama. El Barça se ha alineado de un modo absurdo con un independentismo de pacotilla en lugar de perseverar en su condición ecuménica, y se ha olvidado de lo principal. Y Messi lo sabe. Este final no es solo una tragedia del fútbol. Es un compartido y merecido desastre. Torra y los suyos tendrán un final muy malo.

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