Opinión

Problemas de cultura

La experiencia dice que la clave para desarrollar un buen gobierno no es ni política ni ideológica sino puramente administrativa. Conocer por dentro la administración, dominar sus resortes y mecanismos, poseer una información amplia y ponderada sobre los procesos que pueden afrontarse desde cada uno de los departamentos, dominar sus estructuras, impregnarse de sus rangos y competencias, saberse los protocolos,  respetar a los funcionarios, es el mejor camino para obtener el máximo rendimiento de medios y personas. Mandar en un ministerio implica conocerlo y dominarlo. Predicar con el ejemplo es el mejor modo de ganarse a los necesarios colaboradores, hacer una política mejor y servir también mejor a los ciudadanos.

Sospecho que no es precisamente en este credo imprescindible donde han ido a volcarse los nuevos mandatarios. No solo hay que imponer los preceptos ideológicos derivados del pensamiento de los políticos designados para desempeñar las correspondientes carteras, sino que hay que manejar con sentido común y conocimiento las correspondientes funciones. Los acontecimientos que se van produciendo parecen indicar todo lo contrario, y ofrecen un desolador panorama que abunda en el desconcierto, la incomunicación, la falta de criterio y una descoordinación omnipresente que presagia muy malos resultados en un futuro inmediato.

Al lamentable episodio protagonizado por el ministro Ábalos en Barajas -a las tantas de la mañana acudiendo a un encuentro con una interlocutora a la que la Unión Europea considera persona non grata no parece un fruto de casualidades-, hay que añadir situaciones anteriores y posteriores que proclaman el desbarajuste de un heterogéneo equipo de gobernantes cuya formación en materia administrativa es tan endeble que no les permite conocer los rudimentos de su propia función. El sábado, a la secretaria de Estado del Deportes, la ex esquiadora María José Rienda, la cesó el nuevo ministro mediante una llamada telefónica, lo que demuestra una lastimosa falta de respeto y de tacto. La crisis ha estallado al tiempo en otro departamento. El veterano Jordi Sevilla, harto de las injerencias de su ministra, ha decidido presentar la dimisión y marcharse a casa. El fenómeno se abre paso más allá de lo tolerable. Estamos en manos de fatuos y presumidos sin formación y lo que es peor, sin deseo alguno de educarse.

Te puede interesar