Opinión

Profesión de riesgo

Asisto con horror a los partes de guerra que se emiten desde Hong Kong -y que parecen aquellos que ofrecían las emisoras de radio estadounidenses cada mañana enumerando los resultados de las acciones bélicas ocurridas en Vietnam el día anterior-  donde cada manifestación se salda con un número de heridos que pone los pelos de punta sobre todo si, como permiten los nuevos medios tecnológicos que trasladan al espectador al centro geométrico de la disputa, uno puede asistir en vivo y en directo a los desmanes de un huelguista incendiado que, no contento con liarse a puñaladas con los que pasaban por allí, se estiró en el aire como una bestia sedienta de carne humana, y se le tiró al cuello a uno concejal de ayuntamiento de la ciudad que trataba de imponer ciertos conceptos democráticos a la protesta, y le arrancó una oreja de un mordisco con lo que debe doler eso. 

El camino abierto por el púgil Mike Tyson, que, en el fragor de un histórico combate, le arrancó la oreja de un bocado a su rival Evander Holyfield, es ya incontenible, y este sujeto –al que por cierto y con posterioridad al suceso, la multitud enfebrecida dio caza, puso la mano encima y no lo lincho de milagro- debió considerar que si el mordisco aquel  dio la vuelta al mundo y se encaramó a lo más alto de las listas de éxitos, uno que le extirpara la oreja de cuajo a un político en plena calle podría ponerlo en órbita. 

El mundo se ha vuelto de un tiempo a esta parte completamente majareta, y las evoluciones de este individuo por las calles de la antigua colonia británica se han hecho virales. Cuantos más disparates haga uno, más posibilidades tiene de que estos le suceda. Hacerse viral es, hoy en día, una ansiada recompensa. Pero en este escenario tan iracundo lo que más llama la atención es el uniforme con el que el pobre señor desorejado se paseaba por la calle. Vestía una camiseta con el segundo uniforme del Real Madrid, la camiseta negra que acabó chorreando sangre, y que sospecho pondrá a Florentino Pérez en modo reflexión profunda. Si el otro día Isabel Mestre la tomó con el presidente madridista en su intervención de clausura durante el debate de RTVE, ayer a un hincha en tal grado de lejanía lo han desorejado sin anestesia. A ver si ahora lo de ser del Real Madrid va a poder ser considerado profesión de riesgo.

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