Opinión

La realidad es más guión

Con frecuencia se dice que la realidad suele superar a la ficción y que hay muchas situaciones en la vida cotidiana que superan lo que se cuenta en las películas. Seguramente se producen hechos en el día a día capaces de emular las situaciones más disparatadas, imaginables en la mente de un guionista calenturiento, pero lo verdaderamente cierto es que está afirmación tan extendida tiene truco y no suele ser otra cosa que producto a su vez de una suerte de ficción que ha calado en el subconsciente y que cumple a las mil maravillas con su cometido. La existencia cotidiana suele ser por fortuna mansamente aburrida y que no pase de ahí. Si durante un partido de fútbol nadie se acuerda del árbitro -o de su señora madre que viene a ser lo mismo- es una buena señal que indica el correcto funcionamiento de las reglas y traslada la pasión a los lances del juego. Si un país tiene un presidente del Gobierno gris marengo del que se sabe lo imprescindible y que apenas sale en los periódicos, mejor que mejor. Es muestra indudable de que el país carbura y sus instituciones se bastan y sobran para sacarlo adelante sin necesidad de imponer medidas extremas. Si la vida cotidiana transcurre sin sobresaltos es que merece la pena vivirla. Y si alguien se aburre en ella siempre se puede acudir a la práctica de deportes de riesgo para generar adrenalina.

 Que tratar de emular a la ficción no siempre da buenos resultados es cosa sabida y hay múltiples ejemplos de lo dicho. Que se lo pregunten por ejemplo a la cantante de “La Oreja de Van Goh” que acaba de anunciar su divorcio del modo en que se cuentan ahora estas cosas. Es decir, por twiter.

Y es que Amaia Martínez, joven cantante vasca, se casó en 2014 con el malagueño Jacobo Rodríguez Bustamante en San Sebastián haciendo realidad el argumento de la película “Ocho apellidos vascos” que se estrenó por entonces con gran éxito, y cuya canción principal integrada en la banda sonora interpretaba ella misma. La situación dio por supuesto pie a una catarata casi inagotable de comentarios, reflexiones y presencia en programas de la propia protagonista, glorificando esta romántica historia que había causado impacto en el celuloide y que ahora de producía de verdad encarnada en la deslumbrante pareja. Cuatro años más tarde y un hijo de por medio, Jacobo y Amaia han decidido descabezar un guion tan hermoso y demostrar que las buenas intenciones que se manifiestan en las pantallas no siempre resultan sostenibles en el andar cotidiano. Para más liarla y mientras la Real remonta trabajosamente el vuelo de la mano de un nuevo entrenador, el Málaga ya está prácticamente en Segunda.

Te puede interesar