Opinión

Salzburgo premia a Domingo

Salzburgo es una de las ciudades más hermosas que yo he conocido. Llamada así por la presencia de salinas que contribuyeron a otorgar a esta urbe hermosa edificada sobre una montaña y a orillas de un río una situación social y económica privilegiada, su bonanza la convirtió también en codiciado manjar para muchos apetitos. Una gran parte de su existencia se desarrolló dependiendo del arzobispado católico de la región y fue gobernada hasta bien entrado el siglo XIX por su arzobispo. Salzburgo podría haber sido popular por su acomodada situación social y financiera, pero ha pasado a la historia por ser la patria de Mozart. Un ámbito idílico y en tan envidiable concordia ofrece las condiciones perfectas para que la música protagonice su vida cotidiana, y sus parques, sus plazas y sus jardines albergan cada día agrupaciones de jóvenes músicos procedentes de todos los lugares del planeta que estudian allí, se impregnan de armonías e interpretan las divinas notas del maestro Amadeo sentados tan divinamente en la vía pública, ellas y ellos con aspecto de lo más saludable y una sonrisa de oreja a oreja. En Salzburgo también nació Herbert Von Karajan y allí vivió y murió el protomédico Paracelso.

Y en Salzburgo han tributado una memorable ovación a Plácido Domingo tras intervenir en la representación de la  ópera “Luisa Miller”, una  obra menos conocida de Verdi que ocupaba la escena dominical en el festival de esta ciudad austriaca y que ha servido para que el hoy ya barítono español recibiera un sólido apoyo del público europeo tras ser acusado por nueve mujeres de acosarlas sexualmente en los Estados Unidos como escribía a primeros del mes de agosto un despacho de la agencia Associated Press que puso a funcionar todos los timbres de alarma. No ha sido por tanto este verano el más feliz en la vida del divo y tampoco lo ha sido el comunicado de prensa que puso en circulación el staff del cantante para combatir la noticia. Ambiguo y pésimamente redactado, su contenido es también susceptible de ser interpretado como un cúmulo de disculpas torpemente enjaretadas por algo que sí podría haber sucedido. Él suponía que sus relaciones habían sido siempre consensuadas, pero también reconoce que las normas con las que los comportamientos se miden hoy no son las mismas que hace 30 años. Despejar dudas no las ha despejado por el momento. Eso es cierto.

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