Opinión

Los técnicos casi divinos

Me da a mí en la nariz que los entrenadores que han alcanzado un rango superior al resto, sienten la necesidad de reafirmar su condición de genio no ya en cada partido, sino en cada una de las acciones que definen su actividad profesional. Por eso cultivan la singularidad, una arriesgada apuesta que suele perseguirlos de por vida porque conduce irremediablemente a retarse a sí mismos. La repetida reflexión de que estos seres superiores confeccionan equipos de autor convive con sus propios códigos o los de aquellos que los admiran. Casi siempre giran en torno a la idea de la fidelidad a un sistema propio o a la de que él genio es así y por mucho que los resultados se empeñen no va a cambiar porque morir con él sistema es su destino. Conducidos irremediablemente a una burbuja construida de individualidad y egos desbocados, se olvidan con frecuencia de que el fútbol es una actividad con un principio muy simple. Hay que marcar un tanto más que el enemigo y con eso está todo listo. Si el colectivo al que uno entrena cumple rigurosamente el libro de esquemas tácticos impuestos por el entrenador pero no tira ni una vez al marco contrario, la máxima que preside el fútbol es incumplible. Si uno la tiene siempre pero no chuta a portería no puede marcar goles  y no se ganan los partidos.

Luis Enrique pertenece a este exclusivo reducto de técnicos cuasi divinos que necesitan expresar su divinidad no solo en su advocación técnica sino en cada momento del día. Por eso, no puede contentarse con entrenar a sus jugadores sin más, sino que necesita afirmar a cada minuto su filosofía. Y por eso supongo toma decisiones que turban y coloca a sus pupilos en puestos y funciones que antes de sus designios no habían desempeñado en toda su vida. Hace de un extremo un delantero centro, de un medio centro un defensa central, de dos exteriores dos laterales derechos, de un extremo un carrilero… de un zurdo un diestro y de un diestro un zurdo. Jugar a pierna cambiada para buscar los espacios creo que se dice. Lo de los espacios se menta mucho.

Luis Enrique nunca acaba bien, que lo sepan. Ni en Italia, ni en el Celta, ni siquiera en el Barça. Tampoco en la selección, donde  nos hemos ido del Mundial haciendo el ridículo. Borja Iglesias, Yago Aspas y Joselu –los tres gallegos, por cierto- deben estar bendiciendo el día que se olvidó de ellos. Canales, de Gea y Nacho están en lo mismo.

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