Opinión

El tercer vicepresidente

No creo que un espectador curtido de la política nacional pueda a estas alturas sorprenderse de la deriva que ha alcanzado el comportamiento de uno de los tres vicepresidentes del equipo que nos gobierna. En un colectivo que supera la veintena de ministros -algunos de los cuales tomó posesión y aún es el día que lo están buscando- un trío de vicepresidentes podría tomarse incluso como un mal menor, teniendo en cuenta la proliferación de departamentos y el escaso quehacer que parecen derivarse de muchos de ellos. El problema es que contar con un vicepresidente de las características de Pablo Iglesias en estado ocioso es un peligro evidente porque, teniendo en cuenta que nada tiene que hacer, puede aplicar su tiempo y el poder que el propio cargo le confiere para desarrollar sus propias estrategias al margen de la política del equipo del que forma parte. Como su presencia le garantiza al presidente su continuidad, nada tiene que temer ni por su sueldo ni por el de su pareja, ni por la posibilidad de que el acuerdo se quiebre y los pongan a los dos en la calle. Mientras a Sánchez le haga falta Iglesias para seguir en Moncloa, el vicepresidente seguirá en su sitio.

Él lo sabe y sabe también que las responsabilidades que se le han adjudicado en el reparto de responsabilidades son mínimas, pero las herramientas que este acuerdo de Gobierno le permite manejar son máximas y poderosas. Iglesias no es una lumbrera eso es evidente. Su discurso es un cajón de sastre las más de las veces vacío y sin la mínima calificación ni poso cultural o sabiduría alguna que lo ennoblezca. Consiste en una cadena de tópicos sin orden ni concierto, tomados de diferentes tratados por el método de corta y pega, con los que este sujeto se ha valido toda la vida para sobrevivir. No es ni sabio, ni profundo, ni entendido ni nada de nada. Es, simplemente, uno de tantos pícaros de libro, tan frecuentes en todas las épocas de nuestra historia.

Pero este personaje tan simple, sin embargo manda. Y manda mucho. Controla la RTVE, tiene derecho a exigir ser informado de la parte más secreta del CNI, viaja fuera del país con respaldo oficial para desarrollar su propia línea política y tiene una potente infraestructura de poder personal… Y miente. Sin recato e impunemente. Y no le importa perder votos a chorros en cada encuesta. Mientras dure, dura.

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