Opinión

Todos a los bolos

La presencia en lontananza de las elecciones generales del 20 de diciembre ha obligado a los líderes políticos a ponerse el mono de trabajo y saltar de plató en plató aceptando toda clase de propuestas unas serias, otras muy divertidas y algunas quizá algo más impropias y descabelladas, que les impone el guión creado para cada uno de los programas en los que son convidados y en cuyo contenido puede haber de todo, desde hacer una tortilla de patatas hasta subirse en un auto de competición a toda máquina. Pablo Iglesias se soltó su coleta en el programa de Ana Rosa Quintana y, dispuesto a responder a cualquier requerimiento que se le formule cuando se planta ante las cámaras, le ofreció a Pablo Motos una particular versión del éxito de Javier Krahe "¿Pero dónde se habrá metido esa mujer?” si bien y a pesar de consistir en una tonada compuesta sobre dos acordes básicos, se confundió en la mitad de ellos y eso que todo consistía en saltar de Mi a Si y vuelta a empezar.

Soraya Sáez de Santamaría, ya digo, se subió con Calleja en globo y se marcó un bailongui en el mismo espacio del Hormiguero con mucha sandunga mientras Pedro Sánchez no sabe exactamente a qué carta quedarse y sus asesores de imagen le van a volver literalmente loco. El candidato del PSOE está tan pendiente de los protocolos que le ha metido en la cabeza sus asesores que parece uno de esos futbolistas mirando angustiado al banquillo y preguntándole a su inflexible entrenador si puede avanzar por la banda o se tiene que quedar quieto y no pasar del medio campo.

De las propuestas casi mejor no hablar, porque no hay ni media docena de ellas entre las miles de medidas que se han lanzado al albur y como pedradas que pudieran ser cumplidas. A Alberto Garzón, por ejemplo, le ha salido la vena antigua de comunismo soviético del rancio y aboga por colocar un tope salarial para todos los españoles que no exceda en más de diez veces el salario mínimo cuando lo que debería proponerse es ganar todo el dinero posible eso sí de manera honrada y convenientemente fiscalizada. Si los españoles ganan mucho, Hacienda gana mucho, y el país ahorra, gasta, consume y avanza. Pero Garzón aún no ha llegado a esa parte del temario. A ver si le da tiempo antes del 20D.

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