Opinión

Torra y sus simpatías

La Guardia Civil ha entrado de lleno en la investigación sobre posibles connotaciones entre el presidente Torra y los descerebrados fanáticos de CDR que se proponían confeccionar bombas en el cuarto de baño de sus domicilios utilizando los métodos que uno se puede encontrar consultando internet. A día de hoy no se puede concretar que esa connivencia exista, pero no hay más que dejar trabajar a la Guardia Civil para que lleguen al fondo de la cuestión. Torra naturalmente lo niega, y apunta además que los indicios que comienzan a manejarse y que brotan al parecer de las gargantas de alguno de estos mentecatos arrepentido, han sido arrancados a base de narcóticos y tortura. Torra desea propagar al mundo que la policía española echa mano del tormento para arrancar confesiones a desventurados independentistas, presos en oscuras mazmorras, con los pies apresados por botas malayas y la garganta estrangulada en un cepo. 

Por encima de estos desvaríos propios de un perturbado a los mandos de una autonomía nacional que ya tiene tela, y por encima de la posibilidad o no de que Torra haya cometido un delito, -investigación de la que ya se ocupa un departamento de la Guardia Civil de extraordinaria competencia- está su responsabilidad política y su obligación de comparecer en el Parlamento de su comunidad para explicar a los miembros de esa cámara el devenir de estos acontecimientos. Las situaciones dan para sospechar que existe una inclinación natural de este sujeto a mostrar simpatía por los bombistas caseros estos de CDR, y su propio comportamiento de alborotador y cortador de carreteras le convierte en sospechoso. Por tanto, es obligación del Parlamento de Cataluña llamarlo a declarar y es obligación del susodicho hacerse cargo de esta declaración.

Sin embargo, el comportamiento de ciertos políticos para con las instituciones de su tierra no hace otra cosa que anunciar su propia falta de respeto para con ellas y sus paisanos. Los políticos andaluces encausados por la Justicia como responsables de un fraude multimillonario se han negado a declarar en sede parlamentaria de su tierra. Comenzaron los ex presidentes y ahora lo hacen también los ex consejeros. Da vergüenza, pero así son las cosas. Torra tampoco comparecerá. Incluso los que mandan allí tampoco se lo van a pedir.

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