Opinión

Versiones del español

La condenada dificultad que nos persigue a los españoles para aprender otra lengua que no sea la nuestra nos inspira percepciones de nuestra propia vergüenza a la hora de familiarizarnos con un idioma extraño. Cuando salimos al exterior y las circunstancias nos obligan a expresarnos en un inglés más o menos rudimentario que nos proporcione el necesario entendimiento, sudamos lo indecible porque llevamos el pudor que nos inspira nuestro propia incompetencia para las lenguas sumamente arraigado en el maldito fuero interno. Hasta mucho tiempo después de llegar a un país extraño no nos liamos la manta a la cabeza para expresarnos, y lo conseguimos haciendo de la necesidad virtud. O hablamos en inglés o no comemos.

Los angloparlantes parecen inmunes a esos sofocos. Van por el mundo hablando la suya y suponiendo que todo el mundo tiene la obligación de entenderlos. El inglés se ha convertido en una lengua franca en la que su flexibilidad y una gramática de reglas muy accesibles ha permitido que valga para que mejor o peor lo use como vehículo de entendimiento todo el mundo. Si tras repetir varias veces el mensaje en su idioma, el visitante anglosajón se percata de que no se le entiende –lo cual suele incomodarlo muchísimo- simplemente se da la vuelta que otro ya lo entenderá. Y se la cosa va de orden cultural, se lo inventa. He visto ciertas película en versión original en la que algunos de sus actores hablan en español porque incorporan personajes de origen latino, y sus diálogos son un prodigio de incoherencia. Si nosotros hicimos justa rechifla de la versión de “In the gheto” interpretada por el Príncipe Gitano, les recomiendo que escuchen la que en justa devolución, Elvis Presley hizo de “La mañanitas” en un castellano incomprensible y en un marco transfronterizo que da grima.

Existe una maravillosa canción de Crosby Stills y Nash llamada “Suite Judy blues eyes” cuyo final se canta pretendidamente en español. Solo los que lo hablamos sabemos lo que no nos dice: “que linda me traiga Cuba. La reina de lo mar Caribe. Cielo, sol, no tiene sangre ahí. Y como triste que no puede vaya, oh ahí va…”. Adoramos esa canción y perdonamos el fiasco idiomático. Pero machacamos a Raphael cantando “ Acuarius”. Así somos.

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