Opinión

Viva el 155

La secretaria general de Ezquerra Republicana de Catalunya, Marta Rovira, única del grupo de requeridos por la Justicia que conservaba su pasaporte y tenía permiso para circular libremente, también ha tomado el olivo aprovechando esta singular condición concedida por los magistrados que instruyen las consecuencias del pasado golpe de Estado independentista. Se ha marchado a  Suiza, un país que debe suponerse muy tractivo para la fuga de adalides del secesionismo catalán, donde ya ha ido a parar Anna Gabriel que se marchó antes que ella. Marta Rovira ha dejado una carta exponiendo las razones que la han conducido a tomar esta sublime decisión –el durísimo camino del exilio según sus propias palabras- plantando los requerimientos del juez y dejando tras sí a varios de sus compañeros de  aventura bien el la cárcel o bien a punto de ingresar en ella. La huida se produce unas horas después de que la CUP pulverizara sorprendentemente el plan C que pretendía convertir a Jordi Turull en presidente de la Generalitat a sabiendas de que era uno de los llamados a capítulo por el juez del Supremo Pablo Llerena y que la decisión judicial podría poner, de producirse, su elección en entredicho. El auto del magistrado es demoledor.

El proceso para elegir un presidente que se haga cargo del Gobierno regional de Cataluña vuelve a interrumpirse y así estará probablemente hasta mayo cuando los plazos se agoten definitivamente y se convoquen elecciones nuevas. El candidato de ayer no podía presumiblemente serlo como ha ocurrido con las dos propuestas anteriores que pretendían permitir el acceso al cargo de un fugado como Carles Puigdemont o de un preso preventivo como Jordi Sánchez –dispuesto en estas últimas jornadas a renunciar a toda actividad política si conseguía la libertad- pero toda esta lamentable comedia parecía obedecer al plan preconcebido de salvar a Turull enviándolo a Madrid comparecer ante el juez Llerena ya investido y por tanto acogido a inmunidad. Para sorpresa y desagrado del presidente del Parlamento catalán la CUP le ha reventado la estrategia.

Este proceder de república bananera no puede prolongarse indefinidamente pero no parece aventurado suponer que el famoso 155 garantiza el día a día de Cataluña y que mientras  el aspecto cotidiano esté garantizado, nadie va a desesperarse. Los funcionarios cobran, los suministros están cubiertos y los servicios se prestan de modo que viva el 155. Eso permite a toda una banda de irresponsables –los que quedan- jugar a políticos.

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