Opinión

Voces que se apagan

El pop británico de los años sesenta del siglo pasado cuyos representantes más gloriosos fueron los Beatles  aunque no los únicos afortunadamente, ha perdido uno de sus más admirables referentes aunque muchos como yo mismo sigamos preguntándonos a estas alturas cómo es posible que se pueda considerar a este disparatado cantor y pianista una inspiración ineludible y manifiesta sin la que personalidades del rock and roll europeo como Paul McCartney, Eric Clapton, Ray Davies, Elton John, Graham Nash o Ron Wood, habrían sido unos aficionados mediocres en lugar de divinas estrellas de la cosmología rocanrolera.

Ha muerto con casi noventa años, nada más y nada menos que Little Richard, el mil veces imitado aunque inimitable autor de “Lucille”, “Good golly miss Molly”, “Long tall Sally” o “Tutti fruti”, cuatro piezas de caza mayor en la larga y fructífera historia del rock and roll. Cuatro capítulos insoslayables de la música popular que el reverendo Richard Penniman interpretó millones de veces aporreando un piano y poniendo los ojos en blanco como dicen los manuales de la vieja música que hay que interpretarlos. Colocando un zapato sobre el teclado lo hacía otro grande ausente, Jerry Lee Lewis, cuando ponía sobre la mesa su propio decálogo para tocar rock and roll degustado por el paladar de un blanco sureño y bebedor que hubiera sido un competente oficial confederado de haber vivido en la época del conflicto. McCartney siempre ha tenido al reverendo Penimman como uno de los santos mayores en sus altares personales, y si McCartney considera a Little Richard como uno de los más grandes sino el que más, es que el sujeto se lo merece largamente. Durante mucho tiempo, “Long tall Sally”, y por expreso deseo suyo, fue el número con el que los Beatles clausuraban sus actuaciones en directo desde que los muchachos acudieron transidos de gozo a una de las catedrales del ritmo en Liverpool para aplaudir a su ídolo durante una gira temprana por Inglaterra.

Todos los héroes de la música pop universal a los que debemos ser lo que somos se nos van, aunque quede el testimonio incomparable de su arte. En mi opinión Little Richard era mucho mejor en las guitarras y las teclas de otros que en las propias, pero eso no le priva de su divinidad. El rock and roll ya no será el mismo como dijo Don Mc Lean.

Te puede interesar