Opinión

No hay novedad

No hay novedad, señora baronesa,/ sin novedad./ Sólo que ayer nos robaron las perlas de su gran collar…”. Esta era una canción de los años sesenta. Pues para quienes nos preocupa el hecho religioso, sí hay novedad.

Se trata de que a Ciudad Real acaba de llegar un nuevo obispo, monseñor Gerardo Melgar. Que, como el papa Francisco, quiere ser el pastor que llegue a todos. Y no es que descubra nada nuevo, sino que por otros lares los monseñores están más cerca de Trento – que también tuvo sus conclusiones buenas, todo hay que decirlo-, que del Vaticano II. Y el bueno de monseñor Melgar afirma, entre otras cosas, que: “Hoy no se puede actuar como obispo ni como sacerdote sin caer en la cuenta de que tenemos que salir a la gente”. Esa, ciertamente, es una actitud evangélica. Y remacha sus palabras: “Si llevas a cabo una pastoral sedentaria (conste que no señalo a nadie, porque de hacerlo no me llegaría el folio), de yo espero a que vengan y les atiendo, vas a atender a muy pocos”. Totalmente de acuerdo, señor obispo.

El periodista le pregunta: “¿Es la hora de los laicos?”, a lo que el obispo responde: “Totalmente. Y dentro de los laicos especialmente de las familias”. Eso ya lo hacíamos quienes militábamos en las juventudes de Acción Católica. Y me pregunto, ¿dónde están aquellos jóvenes ilusionados? Pues en el botellón. “Por lo demás, señora baronesa,/ no hay novedad,/ no hay novedad…”.

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