Opinión

La importancia de la cocina

Con el respeto que merecen todas las medidas encaminadas a favorecer la igualdad de hombres y mujeres en todos los ámbitos, hoy quisiera referirme a la propuesta surgida en el seno del Gobierno vasco enfocada a los hogares (y de forma más específica a las cocinas) donde hombres y mujeres compatibilizan sus preferencias y armonizan para una convivencia familiar satisfactoria. Partiendo de la base de que lo que precisamos es una mentalidad amplia y conciencia sobre lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, que a día de hoy nos encontremos con un Gobierno –el del País Vasco- argumentando que para evitar un supuesto “aislamiento” de la mujer en la cocina haya que incrementar la superficie de la misma a los 10 metros cuadrados, me parece un poco de chiste. Cuando dos personas quieren compartir da igual la superficie, la orientación y la altura. Se comparte y punto.

El asunto parece más bien de expertos en interiorismo que de profesionales ocupados en resolver temáticas con perspectiva de género. Entiendo que cada cual en su casa distribuye los espacios como le parece y en TV tenemos programas de sobra en los que inspirarnos o a los que inspirar a la hora de construir o reformar viviendas. Que el Gobierno del País Vasco trabaje en la elaboración de un decreto que promueva una distribución paritaria de las habitaciones de las viviendas de sus ciudadanos me parece cuando menos atrevido. Por ese camino ya cualquier día irrumpirán marcando horarios y a saber si con platos y menús para cada día argumentando que lo que buscan es favorecer una alimentación saludable.

Es cierto que el Parlamento Vasco se ha expresado crítico con estas cuestiones, planteadas en un borrador por el departamento de Vivienda de su Gobierno, pero al margen del contexto, en lo que deseo ahondar es en el concepto en torno al cual gira este asunto. Hombres, mujeres, cocinar, fregar, limpiar, barrer, planchar… ¿acaso los gobiernos van a comenzar a decidir cuánto espacio necesitamos para desarrollar estas labores domésticas? Además, no es justo ni de recibo que nos vendan que el hombre no hace nada y que siga con el concepto del “yo ayudo”. Ya hemos pasado ese capítulo. A día de hoy, una pareja cuando establece una relación distribuye las tareas. No me creo que porque se haga la cocina más grande el que no disfruta cocinando decida meterse en la cocina.

Ciertamente cada familia es un mundo y, poniéndome yo como ejemplo, he de reconocer que no cocino, quien cocina en casa es mi marido y lo hace muy bien. Yo me encargo de otras cosas y siempre nos hemos entendido muy bien y somos muy felices. Se trata de distribuir las tareas no de metros cuadrados en los que moverse juntos. No se trata de compartir espacios sino de coordinarse en tareas

¿No será mejor que se dediquen a educar en la igualdad y favorecer el desarrollo del concepto de compartir tareas entre niños y niñas? Quizás ahí deberían trabajar más, pero seguro desconocen que los más pequeños en todo el país siguen hablando de juegos de niños y juegos de niñas.

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