Opinión

40 años desde la muerte de Elvis Presley

Paradojas (crueles) de la vida. Cuando empiezo a preparar la documentación y a revisar datos, archivos, lecturas etc. para este artículo, recordando que el próximo miércoles 16 de agosto se cumplen 40 años de la muerte de Elvis Presley, me encuentro con esta noticia publicada en el diario argentino Clarín: el mítico piano de cola blanco Knabe que Elvis adquirió en 1957 y que usó regularmente para componer canciones, para ensayos, grabaciones en estudio y que conservó hasta que su mujer Priscilla le regaló otro en 1969, hasta el 20 de agosto se subasta en eBay Charity, al objeto de que con los beneficios que genere su venta y que serán cedidos en su totalidad a la Starkey Hearing Foundation, se puedan proporcionar al mínimo coste aparatos de audición a niños y personas sordas en todo el mundo. A 40 años de la muerte de The King, del Rey del Rock´n´Roll, su legado termina en la red. Por una buena causa, no es menos cierto, pero al fin y al cabo tratado como una mercancía, como un objeto más de consumo, una reliquia de lo que Marilyn Manson imaginó en su disco de 2001 "Holy Wood"la nueva religión del siglo XXI, el Celebritaniarismo o culto a las celebridades muertas. 

Desde un punto de vista musical, a 40 años de su muerte entiendo que la valoración que cabe hacer el papel que Elvis Presley ha jugado en la historia del rock no solo es digna de admiración, sino que es absolutamente fundamental para concebir el rock tal y como lo conocemos hoy. Posiblemente muchos de nuestros lectores conozcan este dato, pero quizá sea necesario recordarlo una vez más a otros muchos que no han conocido la época anterior a la TDT, la telefonía móvil, internet y la revolución tecnológica en el mundo de las comunicaciones: el 5 de junio de 1956, Elvis Presley interpretó ante las cámaras de televisión del show de Milton Berle, cuando no habías más de diez canales de televisión en blanco y negro en los Estados Unidos su rockanrollera versión del blues de Mama Big Thornton “Hound Dog” bailando y moviendo su pelvis de manera que los muchos de los millones de espectadores que presenciaron aquel espectáculo se quedaron escandalizados no solamente ante el atrevimiento de aquel joven haciendo movimientos tan explícitamente sexuales, sino ante las reacciones de entusiasmo de las adolescentes que gritaban de pura excitación ante el movimiento de caderas de Elvis a ritmo de rock´n´roll. 

 “Yo me di cuenta de que el rock´n´roll era puro sexo. Era orgásmico, eran cuerpos calientes, era excitación sexual pura. Ibas a cualquier concierto de rock´n´roll en Londres a comienzos de los 60, y podías oler la humedad de la ropa interior de las chicas, por eso supe que cuando esas chicas vieran a Mick Jagger, aquello iba a ser una revolución” afirmó en su autobiografía el descubridor de los Rolling Stones, Andrew Loog Oldham. Exactamente eso fue lo que sucedió con Elvis. A partir del escándalo de su “Hound Dog” en la televisión, el rock´n´roll llegó para quedarse. Aquel Elvis Presley, obviamente desde un punto de vista diferente del de Chuck Berry, Carl Perkins, Buddy Holly y otros artistas, era sexo puro, y por tanto, era puro rock´n´roll. Y no sólo sexo; Elvis Presley era también grandes canciones como “Jailhouse Rock”, “Blue Suede Shoes”, “Stuck On You” o “Rattle, Shake And Roll”.

Sin embargo, aquel Elvis Presley rockero, provocador y transgresor, por la fuerte presión ejercida por su manager el Coronel Tom Parker y por las productoras cinematográficas que quisieron hacer de Elvis una estrella de cine, pronto se diluyó en un “nuevo” Elvis que pasó a ser todo lo contrario. Empezó a espaciar sus actuaciones, su aparición en el cine le presentaba como el buen chico que todas las madres de clase media blancas, cristianas y votantes del Partido Republicano querrían como yerno y solicitó cuando le reclutaron para hacer el servicio militar ingresar como un soldado raso más. No deja de resultar significativo sin embargo, que fuera precisamente mientras cumplía sus deberes para con la patria, cuando descubrió las drogas, concretamente las anfetaminas. Ahí terminó el primer Elvis Presley más genuinamente rockero, cuyo cambio de la chaqueta de cuero por la blazer produjo no pocos resentimientos. “Soy anti-americano, he odiado el rock´n´roll toda mi vida, desde que Elvis se fue a la mili” gritaba el manager de los Sex Pistols Malcolm McLaren en una memorable secuencia de la película The Great Rock´n´Roll Swindle, estrenada en España con el título de Dios Salve a la Reina. 

Cuando Elvis Presley volvió a los escenarios en 1968, tras haber pasado prácticamente en blanco toda la década de los 60 en lo que se refiere a actuaciones en directo, Jon Landu escribió en la revista Eye: “Cuando miras a un hombre que se perdió a sí mismo y ha encontrado su camino de vuelta a casa, puedes percibir la magia. Cantó con el tipo de fuerza y de convicción que la gente ya no espera de los cantantes de rock 'n' roll de su generación. Movió su cuerpo de manera que Jim Morrison debe estar verde de envidia”. En efecto, Elvis quiso recuperar el tiempo perdido y a partir de ese momento, retomó a las actividades en directo, y en los primeros años lo cierto es que disfrutamos de un Elvis capaz de hacer magníficos conciertos, como se puede ver en la famosa película 'Elvis On Tour' durante sus míticas actuaciones en el Madison Square Garden de NY de la primavera de 1972 y en 1973 hizo un total de 168 conciertos, pero a lo largo de aquel periodo, había desarrollado una creciente adicción a los tranquilizantes y a diversos tipos de drogas a las que podía tener acceso a través de las recetas legales que sus médicos le prescribían. Este fue el principio del fin.

Hacía 1976, Elvis ya empezaba a evidenciar en su físico el perjuicio que estaba produciendo en su organismo el consumo de drogas. Divorciado de su mujer Priscilla, habiendo roto abruptamente con su entorno más íntimo, quienes eran conocidos como la “Mafia de Memphis”, fuera de las giras se fue aislando cada vez más en Graceland, en donde llegó a instalarse un estudio de grabación para que le resultara más fácil grabar nuevos discos, sin resultado alguno. 

A comienzos de 1977 emprendió una nueva gira por Estados Unidos, pero su estado de salud había empeorado de tal manera que apenas podía sostenerse encima del escenario, casi balbuceaba en lugar de cantar y hasta sus más devotos fans se dieron cuanta de que no estaba en condiciones de subirse a un escenario. Sus médicos le diagnosticaron graves problemas de corazón e hígado, pero no obstante se obstinó en continuar las giras a base del cóctel habitual de estimulantes, tranquilizantes, ansiolíticos y toda la farmacopea que diariamente machacaba su cuerpo. Ofreció su último concierto el 26 de junio de 1977 en el Market Square Arena de Indianapolis. 

En la tarde del 16 de agosto de 1977 Elvis y todo su equipo estaban terminando de ultimar todos los detalles antes de coger sus maletas y dirigirse al avión para empezar una nueva gira de conciertos. Su nueva pareja sentimental tras el divorcio de su mujer Priscilla, Ginger Alden, con la según se dice tenía intención de casarse, entró al lavabo y encontró allí el cuerpo de Elvis tirado en el suelo, inconsciente y muy frío. Al no reaccionar de ninguna manera, fue trasladado urgentemente al Baptist Memorial Hospital, se ignora si aún con vida, pero muy poco tiempo después de haber sido ingresado, se confirmó que había muerto de un infarto de miocardio. 

A pesar de que se hizo una completa autopsia del cuerpo y un profundo examen toxicológico, todavía hoy sigue habiendo rumores y conjeturas acerca de las razones reales del fallecimiento de Elvis. Oficialmente, la causa de la muerte fue un parada cardiaca irreversible producida por un fallo multiorgánico. Este fallo pudo haberse debido al devastador efecto de las más de 14 sustancias encontradas en el cuerpo del cantante, así como por los elevados niveles de diabetes y colesterol que padecía de manera crónica. Los herederos trataron de procesar judicialmente a su médico personal, el Dr. Nichopoulos, pero éste fue exonerado de responsabilidad criminal por la muerte del cantante aún cuando en los primeros ocho meses de 1977, había prescrito más de 10.000 dosis de sedantes, anfetaminas y narcóticos a nombre de Elvis Presley. No obstante su licencia fue suspendida por tres meses. 

Más allá de su turbulenta vida personal en esos últimos años y de las muchas sombras que tuvo su carrera, el Elvis que merece ser recordado no es el Elvis decadente, obeso y narcotizado de esos últimos tiempos, ni tampoco el Elvis adulterado y edulcorado de aquellas empalagosas comedias de playa, helados, surf y camisas hawaianas.  Por encima de todo, Elvis fue, es y será Rock And Roll, y eso se constata cada vez que vuelves a calzarte tus zapatos de gamuza azul mientras suena el rock de la cárcel...

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