Opinión

50 años de la gran masturbación de Chuck Berry (que nunca existió)

Chuck Berry en 1972.
photo_camera Chuck Berry en 1972.
El origen de ”My Ding-a-Long”, que se editó tal día como hoy hace 50 años,fue objeto de gran controversia en el rock and roll

En estos “Papeles del Rock” que cada semana comparto con las y los lectores de La Región, a menudo publico artículos que están íntimamente relacionados con efemérides importantes en la historia del rock. La mayoría de ellos, a no ser que me falle la memoria, han sido casi universalmente reconocidos y existe entre los críticos musicales y los aficionados un amplio consenso sobre la calidad, la validez o el carácter histórico de esos discos, conciertos o eventos en general que aquí recordamos. Sin embargo, el que traigo hoy a esta página, en su día generó encendidas polémicas. A ver que les parece.

Cuando se produzca el primer contacto entre seres humanos y formas de vida de otro mundo, es posible que los extraterrestres ya hayan escuchado la música de Chuck Berry. No olvidemos que mientras usted lee esto, un disco fonográfico de cobre rociado con oro y sujeto con pernos de titanio a la superficie interior de la Voyager 1 está viajando a toda velocidad por la galaxia, retransmitiendo un mensaje grabado de 120 minutos de la gente de la Tierra a cualquier civilización que lo encuentre. El disco contiene saludos en muchos idiomas humanos diferentes, señales que se pueden decodificar en fotografías en blanco y negro y en color y 90 minutos de música, que van desde el primer movimiento del Concierto de Brandeburgo n.º 2 de Bach hasta “Johnny B. Goode” de Chuck Berry.

Es una de las peculiaridades más increíbles de la era del rock. “My Ding-a-Ling”, editada tal día como hoy hace 50 años, un 17 de julio de 1972, una canción que la mayoría de los fans de Chuck Berry consideran muy menor dentro de su discografía y que no está a la altura de clásicos como “Maybellene” o “Johnny B.Good”, fue el único single nº1 tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos de nuestro protagonista. El hombre que dio forma al futuro del rock and roll con clásicos como “Sweet Little Sixteen” y “Roll Over Beethoven” tuvo que esperar 17 años para poder ver su primer nº1 en las listas de éxitos.

El origen de “My Ding-a-Ling”, como sucede con muchos clásicos de blues y rock’n’roll que fueron compuestos en una época en la que el concepto actual de derechos de autor no tenía nada que ver con el de hoy, es objeto de controversia. La primera versión conocida de este tema fue grabada por Dave Bartholomew en 1952 y se le atribuye convencionalmente el mérito de ser la original; Berry la grabó en 1958 bajo el eufemístico título “My Tambourine”, y también se atribuye el mérito de su autoría, aunque esta última opción es más discutida.

En 1955, Chuck Berry fue a Chicago y escuchó tocar en vivo a Muddy Waters. Pidió sentarse con el maestro del blues y Waters quedó lo suficientemente impresionado por Berry como para sugerir a Leonard Chess, director del sello discográfico Chess Records, que le dejara hacer una audición. Tocó dos canciones para Chess, el blues “Wee Wee Hours”, y el segundo fue una extraña mezcla de música country y R&B llamada “Ida Red”. A Berry le gustaba más su tema de blues, pero Chess prefería el rockero “Ida Red”. Sugirió una ligera alteración en la letra, cambiando el nombre “Ida Red” por el nombre de una vaca en un cuento infantil, “Maybellene”. A partir de ahí, todo iba a cambiar…

En 1959, Chuck Berry trajo a una chica de 14 años de Texas para que trabajara en el guardarropa de su club. Cuando la despidieron, acusó a Berry de abusar de ella y fue arrestado en virtud de la Ley Mann, que prohíbe transportar a un o una menor a través de las fronteras estatales con fines supuestamente sexuales. El primer juicio estuvo tan cargado de prejuicios racistas que un tribunal superior lo desestimó. Después de un segundo juicio, fue sentenciado a dos años en la penitenciaría federal de Indiana.

Cuando fue liberado en 1964, su matrimonio y su carrera parecían haber terminado, pero… la puesta en libertad de Berry coincidió con el comienzo mismo de la “British Invasion”, y la mayoría de los nuevos grupos incluyeron canciones de Chuck Berry en sus repertorios. El primer sencillo de los Rolling Stones fue “Come On” de Berry, y los Beatles grabaron tanto “Roll Over Beethoven” como “Rock and Roll Music”.

A partir de ese momento, Chuck Berry se mantuvo en los charts siempre en posiciones dignas, pero lejos de los números uno hasta la edición de “My Ding-a-Ling”. Esta cancioncilla, repleta de doble sentido, se grabó en el Reino Unido en la primavera de 1972 y se editó en el mes de julio, tras una memorable actuación de Berry en Coventry como parte del Festival de las Artes de Lanchester. Tocando en el Locarno Ballroom, la leyenda del rock and roll engatusó a la audiencia para que cantara el coro de la canción. Las mujeres cantaron “my” y los hombres cantaron el estribillo “ding-a-ling”. Era algo intrascendente, casi podría decirse que inocente, pero Berry aparentemente no sabía que el espectáculo, al que siguió un concierto de Pink Floyd, estaba siendo grabado.

La canción fue lanzada como single de unos cuatro minutos de duración, y luego apareció en el álbum ‘The London Chuck Berry Sessions’ con una duración alargada hasta los 11 minutos. En el otoño de 1972, era nº1 en Gran Bretaña y los Estados Unidos. Pero la canción, a pesar de encubrir sus referencias supuestamente sexuales con metáforas, causó consternación en algunos sectores.

En 1973, meses después de que la canción llegase al nº1 de las listas, la activista conservadora inglesa Mary Whitehouse escribió al director general de la BBC para quejarse de que esta “obscena” canción se hubiera interpretado en el ‘Top Of The Pops” de la BBC. Una maestra había escrito a su Asociación Nacional de Televidentes y Oyentes quejándose de que tras haber encontrado un grupo de niños “con los pantalones desabrochados, cantando la canción y dándole la interpretación indecente que se imaginaba” –la masturbación- “tal canción debería ser prohibida en la BBC Radio y Television”. El entonces director general de la BBC, Charles Curran, respondió que creía que “la insinuación está, en el peor de los casos, al nivel de las postales costeras o el humor del music hall”.

Claramente el público estuvo de acuerdo. Y hoy, 50 años después… ¿quién se acuerda de Mary Whitehouse?

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