Opinión

Aerosmith: adiós...¿o hasta pronto?

Es en el estadio Heliodoro Rodríguez López, el campo de fútbol donde juega habitualmente sus partidos el C.D. Tenerife, de amarga memoria para el madridismo futbolístico por cuanto allí perdió dos campeonatos de liga consecutivos que ganó su eterno y odiado rival, el FC Barcelona de los Koeman, Baquero, Stoichkov y el recordado como dream team de la década de los 90. Allí Aerosmith, una de las formaciones más legendarias del hard rock americano más clásico concluye la que ellos mismos han anunciado como su última gira, al menos por Europa. Previamente, han hecho dos conciertos a cual más intenso, vibrante y convincente, primero en el Rock Fest de Barcelona, uno de los festivales de heavy metal más importantes a nivel estado español que ya empieza a ser una de las citas más relevantes también en el circuito europeo de grandes eventos y en Madrid, donde todas las críticas coinciden en afirmar que Aerosmith están en un estado de forma excelente y que si dejan definitivamente los escenarios, será por otras razones, pero en modo alguno por que les falten las fuerzas, la forma física o la motivación. 
 
Todo empezó como un sueño
La historia de esta mítica –y también mitificada en algunos aspectos- formación, se remonta al año 1970, cuando Steven Tallarico (más conocido como Steven Tyler) nacido en una familia cuyo padre era un pianista de teatro musical, deja su primer grupo de rock semi-profesional, Chain Reaction, con los que llegó a grabar un single y a telonear en 1968 a los pioneros y vacas sagradas del british-blues, los Yardbirds liderados en aquella etapa final por un Jimmy Page que inventaría unos años más tarde lo que hoy conocemos como heavy metal con Led Zeppelin, para unirse a un grupo, Jam Band, en el que encontramos a un guitarrista llamado Joe Perry y a un bajista de nombre Tom Hamilton. 

Tyler, quien les ha descubierto viéndoles tocar en un pequeño club de Sunapee y que comparte con ellos la pasión por bandas como Cream, Ten Years After o los Rolling Stones, les propone hacer un grupo juntos. 

Contando con dos viejos amigos del cantante, el batería Joey Kramer, distinguido estudiante de la Berkelee College of Music pero amante por encima de todo del lado gamberro del rock y el guitarrista Ray Tabano, quien sería sustituido en 1971 por Brad Whitford, ya tenemos la que será la formación clásica de Aerosmith, que merced a sus ya en aquella primigenia época sensacionales shows, no tardaron en atraer la atención primero de una de una agencia de management líder en el mercado del rock en aquellos años, Leber & Krebs, en cuya nómina se encontraban por aquel entonces los New York Dolls y años más tarde nombres como los de Ted Nugent, AC/DC o Scorpions. Leber & Krebs fueron quienes lograron el primer contrato discográfico para Aerosmith con Columbia Records, cuyo director artístico Clive Davis se interesó por ellos al verles en directo en el Max´s Kansas City de Nueva York, sin importarle mucho que Atlantic Records les hubiera rechazado. 
 

125.000 dólares de 1972 fue el primer anticipo que Aerosmith recibieron de su compañía discográfica. Dinero que, como fue una constante en su carrera a lo largo de los años 70, voló en fiestas salvajes, cocaína y vida al límite en cuestión de semanas, pero que en aquel momento, no supuso un problema. Las ventas de su álbum debut Aerosmith, editado en enero de 1973 y que llegó a ser disco de oro en pocos meses, cubrieron de sobra ese anticipo y no solamente eso. La banda, que empezó a girar de manera constante, veía como las radios de todo el país convertían en clásicos temas como “Dream On”, “Mama Kin’” o su versión de Rufus Thomas “Walkin´ The Dog” y las ventas subían, subían, subían… 
 

Get Your Wings (1974), Toys in The Attic (1975) y Rocks (1976) fueron tres discos que sentaron las bases del estilo de la banda y del sonido Aerosmith e hicieron de ellos una de las bandas más indiscutiblemente grandes del hard rock americano, que en esos años hicieron de canciones como “Same Old Song And Dance”, “Toys In The Attic”, “Walk This Way” o “Sick As A Dog” la banda sonora de miles de amantes del rock en toda América, desde Nueva York a San Francisco. 

Con ese sonido heredero del rock duro de Led Zeppelin, la chulería de los Stones y el innato talento del grupo para dominar las tablas, en esos años, al lado y en dura competencia con Kiss, fueron la mayor atracción del rock estadounidense. “Fuimos en el verano de 1972 Steven y yo a ver a los Stones al Boston Garden, y alucinamos con lo que vimos” – declaraba a Creem Joe Perry en 1980- “cuatro años más tarde, en 1976, Aerosmith nos subimos a ese mismo escenario y agotamos el papel, como los Stones en el 72”. 
Significativo ¿no? 

y terminó como una pesadilla
Draw The Line (1977), así como el directo Live! Bootleg (1978) aunque empezaron a marcar el inicio de la decadencia comercial, todavía dejaron unos buenos dividendos, pero en esa época la banda empezó a perder lo fundamental en un grupo de rock y lo que había hecho de ellos una leyenda viva cuando saltaron a la fama: la fuerza en directo. El alcohol y las drogas fueron restando progresivamente pegada, gancho y credibilidad a una formación cuyas relaciones personales también empezaron a deteriorarse y que en su actuación en el Texas Jam Festival del verano de 1978, literalmente se arrastraron por el escenario en una patética actuación que produjo un aluvión de críticas negativas por parte de la prensa. La edición de un ya desinspirado y rutinario Nights In The Ruts (1979) durante cuya grabación Joe Perry decidió abandonar una nave que debió intuir que se hundía, confirmó que Aerosmith estaban poco menos que agonizando. 

El disco fue un fracaso comercial sin precedentes, la entrada de Jimmy Crespo como sustituto de Perry no significó en modo alguno el revulsivo para la banda que el cantante esperaba y Tyler lejos de reaccionar, se hundió mucho más en las drogas y en el alcohol y perdió por completo el sentido de la realidad…hasta que una mañana, descubrió que no tenía ni un solo centavo en su cuenta corriente y que el banco le había embargado su casa. 

Renaciendo de las cenizas
Sin un dólar en el bolsillo, sin contrato discográfico – Columbia les despidió después de que Rock In a Hard Place (1982) se saldara con otro fracaso en ventas- y con la banda rota, en 1984 nadie daba un céntimo por que Aerosmith volvieran a ser ni una sombra de lo que fueron. Sin embargo, un viejo fan de la banda, que se había convertido en todo un potentado de la industria del disco, David Geffen, se puso en contacto con la banda y les ofreció un contrato con su sello, Geffen records, con la condición de que se reuniera la formación original, es decir, con el regreso de Joe Perry y de Brad Whitford, que también había dejado el grupo. Se montó una gira de reunión de la formación original y ante los –sorpresivamente-  buenos resultados, los viejos/nuevos Aerosmith entraron al estudio para grabar su come back álbum, Done With Mirrors

(1985) que les devolvió a las posiciones que nunca debieron abandonar. 
 Desde entonces, y aún con algunos periodos de inactividad o de proyectos paralelos –tanto Steven Tyler como Joe Perry han sacado discos en solitario, y el cantante ha sido protagonista en Estados Unidos de varios reality-shows del estilo de Operación Triunfo o La Voz, además de escribir y publicar su autobiografía- Aerosmith han seguido en la carretera haciendo tanto en América como en Europa actuaciones fabulosas y editando discos excelentes, tales como Pump (1989) o Get A Grip (1993) alternando con otros más prescindibles y fallidos, como Nine Lives (1997) o Music From Another Dimension (2012). 

Pero en cualquier caso, a pesar de los años transcurridos y emulando en cierta manera a sus inspiradores Rolling Stones, su presencia en directo, la calidad de sus shows y la energía que siguen transmitiendo desde el escenario les hacen seguir siendo, ser de hecho, una leyenda viva de la historia del rock. En estas condiciones, llenando estadios y haciendo actuaciones solventes y convincentes ¿ha llegado realmente el momento de la despedida? No diré categóricamente que no, pero como en casos similares como los de Kiss, Ozzy Osbourne o Scorpions, diré lo mismo que dijo E.G.Marshall, el célebre jurado nº4 de la película de Sydney Lumet 12 hombres sin piedad a Henry Fonda en una de las secuencias finales del film: “Ahora tengo una duda razonable”. 

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