Opinión

Expo Guns N’Roses: 50 sombras de Axl Rose y Slash

Guns N’Roses, grupo del que este verano se cumplen 35 años de su debut discográfico.
photo_camera Guns N’Roses, grupo del que este verano se cumplen 35 años de su debut discográfico.

Justo en estos días en la capital británica desde la que escribo estas líneas, coinciden presentándose en directo en sendos y apoteósicos conciertos por un lado los Rolling Stones en Hyde Park en su segundo concierto londinense de la gira “Sixty” y por otro, en el estadio de fútbol del Tottenham Hotspour, los que creo que con acierto se consideró hace años sus pupilos, la banda que en gran medida, continuó al menos en sus inicios, el estilo provocador, aconvencional y rebelde de los Stones del comienzo: Guns N’Roses.

Justamente en este verano se cumplen 35 años del debut discográfico de Guns N’Roses, uno de los discos más celebrados y legendarios de la historia del rock más contemporáneo, el inmenso “Apetite For Destruction”. Un álbum que no fue un gran impacto de ventas en el momento de su edición, pero que poco a poco se fue conociendo más, fue ganando popularidad, incrementando sus ventas y convirtiéndose unos meses más tarde en un álbum que encumbró a lo más alto a sus creadores y que inició toda una revolución en el rock internacional en general y en el rock americano en particular. “Appetite For Destruction” fue certificado en septiembre de 2008 por la RIAA (Recording Industry Association of America) como un álbum cuyas ventas en los Estados Unidos eran superiores a 18 millones de copias. El LP ha acumulado ventas mundiales de más de 28 millones desde su lanzamiento en 1987.

Siempre se ha dicho, en apreciación que personalmente comparto, que el desmesurado y desproporcionado éxito que Guns N’Roses lograron con este primer disco en gran medida fue la razón de que se autodestruyeran y que tan solo seis años después, la banda estallase en pedazos tras el final de la gira de “Use Your Illusion” en julio de 1993. Un grupo que sin duda no esperaba ni supo digerir el cataclismo mediático que provocaron, el convertirse en estrellas multimillonarias con su primer disco, que nunca tuvo un manager que supiera dirigir bien el proyecto y la inmadurez de unos chicos de la calle a los que ese éxito les vino muy grande en ese momento, precipitó a la banda a una serie de excesos con el alcohol y las drogas que les pasó pronta factura en la abrupta salida del grupo de su batería Steven Adler, así como tensiones creativas y personales internas que se fueron incubando y alimentando hasta producir la ruptura.

La presión por tratar de igualar el éxito de ‘Apetite…’ y la desorientación creativa que ello les produjo les hizo sacar un cuádruple álbum que tenía indudablemente buenas canciones –significativamente, la mayoría de ellas baladas muy standard, muy alejadas de la rabia y la agresividad que transmitía ‘Apetite..’- pero demasiado material de relleno que evidenciaba esa desorientación y que no igualó la ópera prima, la cual terminó por convertirse en una losa para ellos cuya sombra se hizo demasiado alargada. Una gira extenuante que les dejó agotados y haciendo en su último tramo conciertos decepcionantes cuando no en muchos casos lamentables –el penoso show de Madrid de julio de 1993 fue bochornoso-, fue la firma al pie de su certificado de defunción.

Por ello, especialmente ahora que después de que Axl Rose convirtiera sus declaraciones sobre si volvería a unos G N’R con Slash y Duff McKagan sobre que “no lo haría en esta vida” en un ingrediente más de su hamburguesa favorita, se la comiera con guarnición de patatas fritas y lleve desde antes de la pandemia girando con gran parte de la formación original que grabó “Apetite For Destruction”, lo que más se reivindica de este tan singular grupo es justamente sus comienzos, aquellos años en los que todavía robaban en las licorerías, vivían de okupas en un almacén abandonado en Los Angeles y su rock era visceral, crudo, genuino… como lo eran sus actuaciones en los antros de los barrios más peligrosos de la ciudad californiana a mediados de los años 80. Cómo lo era ‘Apetite For Destruction’.

Para celebrar el 35.º aniversario del lanzamiento de este clásico de la historia del rock el podcast ‘The First 50 Gigs: Guns N’ Roses And The Making Of Appetite For Destruction’, dirigido y realizado por los autores del libro “Reckless Road: Guns N’Roses And The Making Of Appetite For Destruction” Marc Canter y Jason Porath presentan una excelente exposición fotográfica sobre los primeros 50 conciertos que G N’R dieron desde que se formaron como grupo. El libro al que hacemos mención, que se publicó en 2008 y ganó un notable premio como “Libro de cultura pop del año”, fue solo la punta del iceberg de un archivo creado por Canter, fotógrafo, historiador de la música y propietario del mundialmente famoso Canter’s Deli, que ahora da un nuevo paso en la reivindicación del legado de los primeros Guns N’Roses con esta exposición fotográfica, que ha capturado tanto la esencia de la banda en sus primeras actuaciones como el apogeo de la escena musical de Sunset Strip.

El proyecto fue diseñado como un regalo para los fans que les permitiera descubrir las historias detrás de las canciones más famosas de la siempre escurridiza banda, en particular para los fans más jóvenes, muchos de los cuales ni siquiera habían nacido cuando salió “Appetite…”. El programa, que forma parte de la red de podcasts Pantheon, está disponible en todos los servicios de podcast habituales, con ofertas de suscripción premium en Spotify y Patreon.

La propia banda no ha quedado en modo alguno indiferente a esta iniciativa, según se deduce de las recientes declaraciones de Slash. “No hay mejor persona que Marc para difundir cualquier material que tenga que ver con los inicios y la historia de Guns N’ Roses tal y como fue y tal y como estaba sucediendo”.

La exhibición en el Bourbon Room contará con fotos, videos y memorabilia de todo tipo presentados en el podcast, además de contenido nunca antes visto de los primeros años de la banda, lo cual es un auténtico patrimonio de la historia de la música popular contemporánea.

Por desgracia, mucho me temo que solamente los estadounidenses tendrán la oportunidad de ver esta exposición. Aún así, no me resisto a utilizar esta página como atalaya y lanzar la siguiente pregunta. ¿Ninguna institución cultural, pública o privada del estado español entiende el valor que esta exposición atesora y va a tratar de traerla aquí?

Sospecho la respuesta… silencio administrativo.

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