Opinión

LA “DESFEITA” DE LA FUNDACIÓN CASDEMIRO

Francisco Ogando fue un personaje muy activo y presente en la vida intelectual ourensana durante gran parte del siglo XX. Catedrático de instituto y exdirector del mismo, autor de varios libros y trabajos literarios e históricos, presidente de la Caja Provincial de Ahorros, cercano a don Ramón Otero Pedrayo y miembro de numerosas instituciones culturales de Galicia. Su biblioteca tenía fama, aunque pocos la llegaron a ver, de contener libros interesantes, sobre todo por escasear en el mercado librero. Interesante era también su fichero, en el que anotaba datos y comentarios de interés sobre obras y personajes gallegos. 

Ogando fue además un “rentista” con propiedades no solo en Ourense, sino también en México. El destino de esa biblioteca, sobre todo porque no tenía hijos, fue siempre una preocupación para él, tomando la decisión final de crear una fundación, dotada económicamente, que cuidara de sus libros y perpetuara su nombre. La llamó Fundación Casdemiro en honor al lugar de nacimiento del gran Padre Feijóo, al que admiraba. La Fundación adquirió un edificio en la Plaza del Trigo, se restauró -por cierto bastante bien-, con sala de actos incluida, se colocaron los libros y nunca funcionó ni se abrió al público. Conflictos en los tribunales entre los sobrinos de la mujer de Ogando, herederos de ésta y la Fundación complicaron más las cosas. 

El primer asalto al edificio se produjo hace más de un año, con la rotura de los cristales de las ventanas. Hace unos días, un vecino descubrió que la puerta del edificio estaba abierta y en su interior había restos de un animado botellón y los libros tirados por el suelo. El secretario de la Fundación, José Otero (el presidente falleció hace años y no fue sustituido), con lazos familiares con el fundador, consultado por La Región, no tiene explicación para el abandono del edificio y la biblioteca, que contiene también numerosos originales y planchas del pintor y grabador Nespereira, gran amigo de Ogando. Es muy frecuente que gran parte de las fundaciones existentes en Galicia tengan una existencia pobre y precaria si no están sustentadas por una institución autonómica, provincial o municipal, lo que hace muy cuestionable su existencia, pero en el caso de la Fundación Casdemiro, la desidia, la dejadez y la irresponsabilidad de sus responsables resultan aún más cuestionables. Se supone que la Xunta, que avala y controla las fundaciones en Galicia, tendrá algo que decir sobre esta “desfeita” de la Casdemiro. 

Aviso para el señor Otero: el candado colocado en la puerta por el vecino y ejemplar ciudadano se puede descerrajar con suma facilidad.

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