Opinión

HADO llama a tu casa

Cada día su llegada a casa te da la sensación de protección y atención. Su visita supone que no estás solo y a tu suerte en una tarea tan dura como cuidar a un enfermo que depende de ti. Son buenos profesionales en su manejo de la medicina, son amables, todo lo alegres que se puede ser en un ambiente semejante, comprensivas (hablo en femenino porque la mayoría son mujeres), cumplidoras y se esfuerzan en explicarte lo que está pasando y cómo actuar.

Entran en lugares cerrados a los demás como la cárcel o los conventos de clausura. Trabajan muchas veces en posturas incómodas para la espalda, en camas bajas o demasiado anchas, curando heridas horribles e incluso olorosas. Viven escenas de amor y desamor, de ancianos solos cuidando a ancianos, y de jóvenes maltratados por la enfermedad. Todo esto y más con ánimo alegre y con las sonrisas que sean necesarias y oportunas. Me atrevo a decir, por experiencia, que es uno de los mejores servicios de la Seguridad Social (a la que venero a pesar de ser una creación franquista), que beneficia a todos; al enfermo, a las familias y a la misma S.S. por lo que supone de ahorro. Sería inadmisible y poco lógico que su atención sufriera recortes presupuestarios o de personal. Confieso que después de casi un año recibiendo su ayuda reboso agradecimiento hacia los profesionales de HADO (Asistencia Hospitalaria a Domicilio), a los que deseo larga vida.

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